Más allá de las conjeturas sobre el porvenir hay una idea en la que nos interesará reparar relativa a las relaciones jurídico-políticas actuales, en términos de sus despliegues y regulaciones. Por un lado, vemos que la industria nos promete desarrollo tecnocientífico cada vez más sofisticado, el cual estaría en principio dispuesto al servicio de lo humano. Y, por otro lado, más interesantemente, si pensamos en el conjunto que conforma la totalidad tecnológica (es decir, la estructura del espacio que habitamos y como un nomos estructura las posibilidades de relación con el mundo) debemos considerar que para que aquello humano ingrese al ciberespacio primero debe operacionalizarse en información calculable y programable. Básicamente, hablamos de una estandarización inevitable de las formas de comportamiento humano, modos de existencia, instancias de decisión, entre otras cosas.