¿Son la lectura y escritura instrumentos de aprendizaje de otros contenidos u objetos de enseñanza y aprendizaje y en sí mismos? En este trabajo, sostengo ambas afirmaciones y fundamento por qué no alcanza con enseñar a leer y a escribir para aprender de una vez y para siempre y desde una única asignatura para el resto. Para ello, clarifico con teoría en qué consiste el aprendizaje de conceptos, qué hace un lector eficiente cuando lee, qué hace quien escribe y transforma su conocimiento al hacerlo y en qué condiciones leer y escribir ayudan a aprender los sistemas de conceptos disciplinares. Analizo qué se suele enseñar y qué aprender en las asignaturas que específicamente se ocupan de enseñar a escribir (talleres de escritura), sus alcances, ventajas o logros (Hacen visible la centralidad de la lectura y la escritura en el ámbito educativo. Disponen de un tiempo curricular específico para lectura o escritura. Permiten convertir en objeto de reflexión lo que suelen ser prácticas implícitas. Al ser impartidos por especialistas, posibilitan trabajar aspectos lingüísticos, discursivos y/o metacognitivos difícilmente abordables por otros profesores. Sirven para aprender a leer y a escribir lo que se lee y se escribe dentro de ellos) y sus limitaciones y riesgos (Método por encima del objetivo. Potencial irrelevancia o falta de sentido para los alumnos. Limitada transferibilidad de lo aprendido a otras materias. Enfoque superficial del lenguaje desligado del contenido. Enfoque normativo dificulta atender a la adecuación a situación comunicativa -audiencia, propósito-. Desaprovechamiento del uso epistémico de la lectura y la escritura. Ilusión de que está cubierta la necesidad de enseñanza. Despreocupación de la institución y resto de docentes.). En contraste, muestro qué puede hacerse desde cada espacio curricular para ayudar a que los alumnos sigan aprendiendo a leer y a escribir para aprender los contenidos de cada disciplina. Para ello, examino resultados de un estudio colectivo por mí dirigido que, a través de encuestas, relevó las prácticas de declaradas por una muestra nacional de 544 profesores de todas las carreras de IFD acerca de lo que hacen con la lectura y la escritura en sus clases para encarar los problemas que reconocen en sus alumnos, futuros docentes secundarios, para comprender lo que leen y para expresarse por escrito con claridad. Dos modos básicos de intervención aparecen: integrar la lectura y la escritura en su enseñanza y acompañar la participación de los alumnos en estas prácticas o añadir en la periferia de las materias alguna intervención docente sin incidir en los procesos durante los cuales leen y se escriben los alumnos.