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Promoción de la actividad física en niñas y adolescentes. Aportes desde la educación física
Fernández Jacqueline - Universidad Nacional de Luján.
Leiva Javier - Universidad Nacional de Luján.
Leiva Javier - Universidad Nacional de Luján.
III Congreso Internacional de Ciencias Humanas. Escuela de Humanidades, Universidad Nacional de San Martín, Gral. San Martín, 2024.

Resumen
Cuando hablamos de las trayectorias motrices de niñas y adolescentes podemos pensar que cada vez más mujeres se acercan al deporte a través de propuestas, agrupaciones e instituciones que han surgido. La Nuestra Futbol Feminista se ha convertido en un gran ejemplo de lucha y conquista de las mujeres y el colectivo LGTBIQ+ en el ámbito deportivo y social. Sin embargo, varias canchas y playones se encuentran desahitados por estos grupos, y si miramos hacia adentro de las escuelas no encontraríamos con el mismo panorama en los patios.
Las clases de educación física son un espacio fundamental donde las niñas y adolescentes experimentan estímulos motrices y deportivos. Retomando el trabajo de investigación realizado por Aisenstein y Percyck (2004) el apartado sobre los hábitos deportivos (de la población encuestada), afirma que la mayor proporción de mujeres señalan solo haber practicado actividad física en su periodo escolar. Mismas mujeres, reconocen que al crecer dejaron de practicar actividades físicas cuando dejaron la escuela. Coincidimos con los autores al reflexionar que niña que no hace deporte en la escuela, no hace deporte.
Moreira (2022) señala que a diario se perciben en el patio de la escuela hechos de diferenciación y discriminación hacia las mujeres. Estos podemos visualizarlos cuando los estudiantes varones ocupan el centro del patio para el desarrollo de sus juegos, donde una tapa, vaso, botella, o cualquier otro elemento se convierte fácilmente en una pelota para el grupo de varones. Mochilas o camperas delimitan los arcos y en los breves minutos de un recreo el patio de la escuela se convierte en un estadio mundialista, en el que las niñas figuran como espectadoras. Son pocas a las que se les permite ocupar el rol de jugadora, y son muchas las que se quedan ocupando un pequeño espacio en la periferia, en los bordes del patio, en el margen. O incluso cuando las clases de educación física se dividen entre varones y mujeres para la realización de actividades distintas, apoyados en el paradigma biológico de la diferencia sexual (Scharagrodsky, 2006).
Las clases de educación física, espacio propicio para la creación, experimentación y disfrute, históricamente en nuestro país ha reforzado y perpetuado diferencias de género, estableciendo y fortaleciendo una masculinidad legitima y un tipo de feminidad deseable. Hoy podemos mencionar la influencia de los medios de comunicación y redes sociales que parecen privilegiar el deporte masculino asociado al esfuerzo, el talento y la valentía; mientras que el deporte femenino se asocia a cuestiones estéticas, sensuales o maternales.
Nos cuestionamos si la falta de representación, estímulos e incentivos contribuye al alejamiento de las niñas y adolescentes del deporte, y la posibilidad de revertir esta situación a través de las clases de educación física.
Algunas preguntas que motivan este escrito son: ¿Cuáles son las representaciones que tienen las niñas y adolescentes sobre el deporte y actividades físicas? ¿Qué propuestas motrices reciben en las clases de educación física? ¿Son las clases de educación física espacios que incentiven a las estudiantes a realizar actividades fuera del horario escolar?
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