En esta ponencia nos adentraremos en los modos en que las prácticas de cuidado y las prácticas educativas interactúan en un barrio ubicado en el primer cordón del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). A través de un trabajo de índole etnográfico que implica la permanencia entre el barrio y la escuela pública nos preguntamos por el lugar que posee la educación en el cuidado de la población tanto en espacios educativos formales como no formales, así como, de manera inversa, cuál es el rol que poseen los cuidados en las experiencias educativas y educadoras. Aquí nos preguntamos específicamente por una serie de prácticas de cuidados realizados por fuera aunque en relación a los espacios domésticos y cuya función consiste en habilitar la posibilidad de construcción de futuros en un contexto atravesado por la precaridad. A través de los relatos de docentes y estudiantes de la escuela del barrio y específicamente de mujeres que trabajan en espacios educativos no formales de apoyo escolar, analizaremos las diversas formas que adoptan las prácticas de cuidado y las prácticas educativas en contextos de pobreza urbana. Como hipótesis de trabajo sostenemos que, en un contexto en donde la incertidumbre y las crisis han devenido lo único estable, y teniendo en cuenta que esto adopta características particulares en contextos de precaridad donde la permanencia en la escuela se ve amenazada por la falta de recursos, por la necesidad de trabajar, por las tareas de cuidado al interior del hogar, por conflictos familiares o entre vecines, por la participación en ilegalismos, etc. De este modo, proponemos que estas prácticas funcionan como formas de construcción de alternativas de futuro frente a un sistema en donde ciertos sectores de la población son considerados más desechables que otros. En este sentido, las prácticas de cuidado si bien no tienen la capacidad de revertir la condición de incertidumbre que azota nuestros tiempos, construyen la posibilidad de futuros otros y, en ese marco, las luchas por la escolarización se posicionan como parte fundamental de dichas prácticas que devienen formas de acción política demandando condiciones de una vida “que valga la pena ser vivida”.