¿No posee una cuenta?
Nuevos enfoques en la Administración de la Educación: El (re)surgimiento del paradigma mercantilista neoliberal
Waisberg, Iara Margalit y Bentivegna, Tomás Alejandro.
III Congreso Internacional de Ciencias Humanas. Escuela de Humanidades, Universidad Nacional de San Martín, Gral. San Martín, 2024.

Resumen
La administración de la educación es un campo complejo que ha sido objeto de diversos
enfoques teóricos a lo largo del tiempo. Ball (1989) señala la ausencia de una teoría
unificada en este campo, atribuyendo esta situación a las disputas entre diferentes
corrientes de pensamiento en la sociología de la educación. Esta falta de consenso ha
llevado a una diversidad de enfoques y paradigmas en el estudio y la práctica de la
administración educativa. A partir de Bardiza Ruiz (1991) podemos adentrarnos en los
distintos enfoques de la administración de la educación. El paradigma
clásico-burocrático se basa en principios de eficacia, racionalidad y jerarquía
organizativa. Según Griffith (1977, como se citó en Bardiza Ruiz, 1991), este enfoque se
caracteriza por la creencia en que las organizaciones tienen objetivos claros, y que la
toma de decisiones se realiza de manera sistemática y basada en el mérito. De acuerdo
a England (1989, como se citó en Bardiza Ruiz, 1991) en contraste con el enfoque
burocrático, el paradigma interpretativo-simbólico se centra en la comprensión de los
significados y las interacciones sociales dentro de las instituciones educativas . Desde
esta perspectiva, se considera fundamental analizar los símbolos y las prácticas
cotidianas en las escuelas).
El paradigma socio-crítico reconoce las estructuras de poder y dominación dentro de las
instituciones educativas buscando promover la justicia y la igualdad a través de la
transformación social. A diferencia de los enfoques anteriores, este cuestiona las
relaciones de autoridad y privilegio, y busca empoderar a los individuos para que
participen en la toma de decisiones y en la transformación de sus contextos educativos
(England, 1989 como se citó en Bardiza Ruiz, 1991).
Este trabajo se propone describir un nuevo paradigma de carácter
mercantilista-neoliberal para pensar la aplicación de principios de mercado en la
organización de los sistemas educativos. Aquí, la educación se concibe como un bien
sujeto a las leyes de la oferta y la demanda, y se promueve la competencia entre
instituciones educativas. Las políticas y reformas educativas se orientan hacia la
privatización, la descentralización y la autonomía escolar, con el objetivo de aumentar la
eficiencia, la calidad y la diversidad educativa. Creemos indispensable, para los tiempos
que corren, poder enmarcar determinadas prácticas educativas dentro de este enfoque.
1
Pensemos por un instante en el intento de voucherización llevado adelante por el
gobierno de Javier Milei y en las prácticas de desfinanciamiento de la educación pública.
¿Dónde enmarcamos esto si no lo es en un paradigma mercantilista neoliberal?
Este enfoque resalta la rendición de cuentas, la evaluación basada en resultados y la
introducción de incentivos y mecanismos de mercado en la gestión de las escuelas. Se
promueve la libertad de elección de los estudiantes y las familias, así como la
introducción de sistemas de financiación basados en la competencia y el rendimiento. La
colaboración público-privada se fomenta como una forma de mejorar la eficiencia y la
calidad de la educación, mientras que se reduce la intervención del Estado en la
regulación y provisión de servicios educativos.
Repensando los enfoques de la Administración y Gestión de la Educación desde
Bardiza Ruiz
La administración de la educación es un campo complejo que ha sido objeto de
diversos enfoques teóricos a lo largo del tiempo. Ball (1989) señala la ausencia de una
teoría unificada en este campo, atribuyendo esta situación a las disputas entre
diferentes corrientes de pensamiento en la sociología de la educación. Esta falta de
consenso ha llevado a una diversidad de enfoques y paradigmas en el estudio y la
práctica de la administración educativa.
A partir de Bardiza Ruiz (1991) podemos adentrarnos en los distintos enfoques de la
administración de la educación. El paradigma clásico-burocrático de administración
educativa se basa en principios de eficacia, racionalidad y jerarquía organizativa. Según
Griffith (1977, como se citó en Bardiza Ruiz, 1991), este enfoque se caracteriza por la
creencia en que las organizaciones tienen objetivos claros, y que la toma de decisiones
se realiza de manera sistemática y basada en el mérito. Sin embargo, este modelo
tiende a ignorar el conflicto y la resistencia dentro de las instituciones educativas, lo
que puede obstaculizar la innovación y el cambio educativo (Ball, 1990). Además, la
obsesión por la eficiencia y la gestión técnica puede llevar a una falta de atención hacia
los aspectos humanos y sociales de la educación.
De acuerdo a England (1989, como se citó en Bardiza Ruiz, 1991) en contraste con el
enfoque burocrático, el paradigma interpretativo-simbólico se centra en la comprensión
de los significados y las interacciones sociales dentro de las instituciones educativas .
Desde esta perspectiva, se considera fundamental analizar los símbolos y las prácticas
cotidianas en las escuelas para comprender cómo se construye el orden social y cómo
se negocian los significados entre los actores educativos (Popkewitz, 1988). La
2
atención se centra en la comunicación y la construcción colectiva de significados, en
lugar de la aplicación de modelos predefinidos de gestión.
El paradigma socio-crítico reconoce las estructuras de poder y dominación dentro de
las instituciones educativas y busca promover la justicia y la igualdad a través de la
transformación social. A diferencia de los enfoques anteriores, este paradigma
cuestiona las relaciones de autoridad y privilegio, y busca empoderar a los individuos
para que participen en la toma de decisiones y en la transformación de sus contextos
educativos (England, 1989 como se citó en Bardiza Ruiz, 1991). Se enfatiza la
importancia de la conciencia crítica y la autodeterminación como herramientas para el
cambio social y educativo.
Este trabajo se propone construir describir un nuevo paradigma de carácter
mercantilista-neoliberal para pensar la aplicación de principios de mercado en la
organización de los sistemas educativos. En este enfoque, la educación se concibe
como un bien sujeto a las leyes de la oferta y la demanda, y se promueve la
competencia entre instituciones educativas. Las políticas y reformas educativas se
orientan hacia la privatización, tanto endógena como exógena (Ball y Youdell, 2007), la
descentralización y la autonomía escolar, con el objetivo de aumentar la eficiencia, la
calidad y la diversidad educativa. Creemos indispensable, para los tiempos que corren,
poder enmarcar determinadas prácticas educativas dentro de este enfoque. Pensemos
por un instante en el intento de voucherización llevado adelante por el gobierno de
Javier Milei y en las prácticas de desfinanciamiento de la educación pública. ¿Dónde
enmarcamos esto si no lo es en un paradigma mercantilista neoliberal?
Este enfoque resalta la rendición de cuentas, la evaluación basada en resultados y la
introducción de incentivos y mecanismos de mercado en la gestión de las escuelas. Se
promueve la libertad de elección de los estudiantes y las familias, así como la
introducción de sistemas de financiación basados en la competencia y el rendimiento.
La colaboración público-privada se fomenta como una forma de mejorar la eficiencia y
la calidad de la educación, mientras que se reduce la intervención del Estado en la
regulación y provisión de servicios educativos. El centro de los servicios públicos, no
solo la escuela, pasa de servir a las necesidades de la sociedad a atraer a clientes (Ball
y Youdell, 2007).
Sin ir más lejos al día de hoy funciona un sistema de vouchers (Gobierno de Argentina,
s.f.) que está diseñado para subsidiar a familias cuyos hijos asisten a escuelas privadas
que cuentan con una subvención estatal de al menos el 75%. Este tipo de política ha
generado un debate amplio sobre sus implicancias para la educación pública y la
3
equidad del sistema educativo en general. En principio, el objetivo de los vouchers es
brindar a las familias de menores ingresos la posibilidad de elegir instituciones
privadas, fomentando así la competencia entre las escuelas y, en teoría, elevando la
calidad de la educación.
Sin embargo, una de las principales críticas a esta iniciativa es el evidente
desfinanciamiento de la educación pública. Al destinar recursos a la subvención de
escuelas privadas, se reduce el presupuesto destinado a las escuelas públicas, lo que
impacta en la calidad de la infraestructura, el acceso a materiales pedagógicos, la
formación docente y otras áreas esenciales para garantizar un sistema educativo
inclusivo y de calidad. Las instituciones públicas, que históricamente han sido las que
albergan a la mayor parte de los estudiantes, se ven así afectadas, lo que perpetúa un
círculo vicioso de desigualdad.
A su vez, este sistema podría intensificar la segregación educativa. Aunque se busca
facilitar el acceso a escuelas privadas para las familias con menos recursos, los
vouchers no siempre cubren el total de los costos, lo que deja a muchas familias fuera
de esta posibilidad. Esto genera una distinción entre quienes pueden asumir los costos
adicionales y quienes deben continuar en un sistema público que, cada vez más, se ve
debilitado por la falta de inversión.
En términos de equidad educativa, esta política va en contra del principio de igualdad de
oportunidades. La educación pública, por su carácter inclusivo y su misión de ser
accesible a todos sin distinción, debería contar con el financiamiento necesario para
cumplir ese rol.
Texto completo

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Para ver una copia de esta licencia, visite https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/deed.es.
Para ver una copia de esta licencia, visite https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/deed.es.