Por un lado, las políticas públicas en general, y las referidas al campo educativo en particular, no son inocuas, en el sentido de que son sólo acciones que se toman sin ningún tipo de perspectiva u orientación política. De hecho, son todo lo contrario ya que la concepción y posterior aplicación de las mismas implica una determinada visión sobre la sociedad presente y aquella que se busca construir, no pueden escapar de la orientación, del fin que persiguen debido a que se encuentran en un determinado contexto-histórico-social. En esta dirección, las políticas educativas son unas de las más significativas debido a que inciden tanto en el presente, pero, sobre todo, por el impacto que tienen, o pueden lograr a futuro. Por el otro lado, nuestro país y nuestra región se caracterizan por las fuertes desigualdades que existen en diversos planos, frente a las cuales los distintos gobiernos progresistas de los últimos años han intentado, en algunos casos con mayor éxito que otros, reducirla por medio de diversos mecanismos; en contraposición a los gobiernos más liberales. En esta dirección, las políticas públicas aplicadas por los espacios de derecha que llegaron al poder produjeron una retracción en el área educativa ya que ocluyeron el carácter democrático de la educación en diversos ámbitos. Uno de los ejemplos que nos interesa particularmente, desde la concepción de dicha política pública, es la implementación de la Nueva Escuela Secundaria (NES) en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.