¿No posee una cuenta?
Entre infancia(s) y minoridad en la ciudad de Chivilcoy. Representaciones visuales y escritas del Patronato de la Infancia, los centros de acogidas y hogares escuelas de niñas, niños y adolescentes. Herminia Catalina Brumana y Joaquín J. Barneda
Gusmerotti, María Soledad.
III Congreso Internacional de Ciencias Humanas. Escuela de Humanidades, Universidad Nacional de San Martín, Gral. San Martín, 2024.

Resumen
Este proyecto nace de la motivación e interés inevitable, gestados desde las lecturas suministradas por la cátedra Aulas Inclusivas, en la Licenciatura en Arte que la UNSAM dicta como parte de su oferta académica habitual.
Resalta, someramente y por causa de su profundidad y alcance, mecanismos de participación y acciones tendientes a la implementación de políticas públicas de asistencia, promoción y protección de derechos de NNyA en Chivilcoy, Buenos Aires.
Puntualiza modalidades de intervención y dispositivos instituyentes de nuevas prácticas y se integra por imaginarios y representaciones -visuales y escritas-, de la ciudad, en el ámbito reseñado.
Chivilcoy, desde siempre, ha sido blanco de discursos políticos, sociales y económicos, afincados en su prosperidad y pujanza.
Desde Sarmiento “… prometo hacer 100 Chivilcoy … con tierra para cada padre de familia, con escuelas para sus hijos…”, a ideas como ‘civilización y barbarie’ ‘orden y progreso’, de finales del siglo XIX, la ciudad no ha permanecido ajena a tal influencia dogmática, y ha corporizado aquellas ideas, como génesis de esas identidades nacionales, con los dispositivos necesarios para lograrlas.
Así, en 1899, se crea aquí la primera institución tabicada -bajo el paradigma de la beneficencia y el control- nombrada como Asociación protectora de la infancia menesterosa, más tarde, Patronato de la infancia.
Albergaba a niñas y niños (más tarde sólo niñas), sindicados como ‘peligro social y moral para la sociedad’ -huérfanos, alienados, expósitos, entre otros-.
Estas instituciones de acogida, en realidad el modelo de Nación pretendido que las mismas reflejaban, clasificaron a las infancias por patologías o problemáticas evidenciadas.
El modelo pretendía construir cuerpos afines al prototipo de trabajo que se consolidaba en el mundo.
El sistema de salud participó activamente en la clasificación y tipificación de los sujetos que requerían su asistencia.
Niños/as eran incorporados al trabajo rural o de servidumbre en casas aristocráticas.
La familia y la escuela fueron considerándose deficientes y la respuesta estatal se pronunció y organizó con la creación de instituciones de corrección y el dictado de leyes específicas sobre minoridad.
Chivilcoy creó el hogar escuela Herminia Catalina Brumana, que albergaba mujeres, y el centro Joaquín J. Barneda, que acogía varones.
Estas instituciones de encierro y recogimiento, surgieron como dispositivos normalizadores de separación de lo peligroso y diferente de lo ‘normal’.
Un dispositivo de apartamiento social, como tal, en verdad construye al sujeto que lo habita: el huérfano, el menor.
A modo de colofón y como disparador consciente del profundo análisis que merecen los intereses en juego, cabe preguntarse las razones o motivos que llevaron a la ciudad, aún a entonces, a participar de ideas cuasi represivas como parte de la construcción de la identidad del colectivo vulnerable que importó e importa la niñez.
¿Representaba ello las ideas Sarmientinas de la familia como núcleo y el trabajo como orgullo, de que se vanagloriaba la ciudad?
¿Era el aporte vital del Estado -en su rol- ejercitable a través del autoritarismo y la coerción?
¿Qué respuestas ha dado el devenir social?
Tal el sustrato de esta labor.
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