Conceptualmente, la inclusión educativa en educación superior supone garantizar el acceso, la permanencia y el egreso de todos los estudiantes, sin importar sus características o necesidades individuales, en igualdad de condiciones y oportunidades. En la práctica, esto involucra la identificación y disminución de barreras y obstáculos que actúan como factores condicionantes en el acceso, permanencia y graduación de todos los estudiantes, lo que alcanza las prácticas educativas, factores organizacionales y culturales, y características estructurales de los mecanismos de distribución de oportunidades y recursos en el tejido social, entre otras dimensiones de análisis. Este enfoque encuentra un amplio acuerdo internacional en diversos instrumentos (UNESCO 2017, UNESCO Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, Marco de Acción en Educación 2030), los cuales ubican la inclusión y equidad como componentes centrales de una educación de calidad. Aunque existe este gran acuerdo en torno al concepto de inclusión, las inequidades, asimetrías y exclusiones sociales existentes que afectan el ejercicio del derecho a la educación superior resultan componentes centrales alrededor del concepto de inclusión. Tradicionalmente, las ciencias sociales han abordado las desigualdades desde el estudio de clases sociales, sin embargo, tal como señala Jelin (2023) “Existen muchos otros ejes de diferenciación social que operan en el mundo: nacionalidad y ciudadanía, lugar de residencia y origen, género, raza, etnia, edad, religión, idioma. Estas diferencias no son intrínsecamente jerárquicas, sino antes bien horizontales. Sin embargo, en el mundo real hay una relación fuerte -pero variable- entre estas diferencias horizontales y las desigualdades verticales” (Jelin, 2021, p. 15). En materia de ejercicio de derechos, y en particular atendiendo al ejercicio del derecho a la educación superior, la interseccionalidad de estos ejes de diferenciación -entendiendo interseccionalidad como los modos en los cuales los ejes de diferenciación y estratificación se articulan entre sí y como se construyen los múltiples ejes de desigualdades (Roth, 2013, p.2)- complejiza significativamente tanto la identificación de barreras como la construcción de acciones institucionales orientadas a garantizar el ejercicio de derechos en condiciones de igualdad y equidad. El presente trabajo, enmarcado en el proyecto ERASMUS Derecho a la igualdad de estudios universitarios por los grupos más vulnerables (2024-2026) aborda las dificultades conceptuales y operativas vinculadas con la inclusión en educación superior. Para ello, en primer lugar, se realizará un relevamiento de los actuales enfoques sobre los conceptos de desigualdad, pobreza, exclusión y vulnerabilidad, en especial en América Latina. En segundo lugar, se analizarán los principios de inclusión educativa existentes en los acuerdos internacionales, el alcance y las implicancias de estos principios para las instituciones de educación superior. Por último, se intentará identificar en forma preliminar los principales problemas vinculados con los modos de medición del ejercicio del derecho a la educación y las políticas de inclusión.