Para empezar esclarecemos la principal paradoja del eslogan del programa radiofónico el cual es desarrollado íntegramente por alumnos de la Unidad Penal 1 de Villa Las Rosas (Salta): “Esto es Fuera de Sistema… Un programa de estudiantes Libres en contexto de encierro”. ¿Por qué apelamos a la palabra-emoción como expresión de liberación? Justamente por el hecho de que el lenguaje coloquial es rico en descripciones y cargado de sentidos puesto que de los relatos (historias de vida) y de la reflexión (contenidos tratados) los estudiantes se permiten sortear el cerco (aún de modo imaginario) impuesto desde las rejas. En este sentido, posibilita una toma de conciencia y de auto percepción en relación a situaciones de vulnerabilidad a la cual es sometido el recluso dentro de la institución. Esta experiencia también es enriquecedora desde la praxis docente puesto que, en términos de Ricardo Bizzarra (2002), interpela la intervención del educador desde un lugar del compromiso y de responsabilidad social, no como mero trasmisor de conocimientos desde una “formalidad escolar” expulsora del alumnado, sino como una práctica que permita “Romper con el molde tradicional del docente y de la tarea de enseñar”. De hecho, esta idea (hasta metafórica) de “cerrar con un candado desde adentro” es posibilitar la conquista de cierta autonomía de libertad en un contexto donde las rejas y los muros comprimen todo hálito de libertad. Sin embargo, y a pesar de los obstáculos institucionales que trataremos más adelante, el programa “Fuera de Sistema” intenta ser una “bocanada de aire fresco” en el cual, estudiantes y docentes de modo mancomunado, alcanzamos los objetivos de expresión y creación que de alguna manera pongan de relieve los prejuicios y estereotipos impuestos desde la sociedad y sus dispositivos de disciplinamiento institucional. Desde una perspectiva disciplinar establecemos la intervención en la institución carcelaria entendiendo que todas nuestras prácticas sociales y comunicativas están insertas, ya desde que nacemos, en “situaciones de comunicación” (Prieto Castillo. 1994) puesto que la sociedad se expresa a través de múltiples discursos en tanto que nos exige aprender de determinada manera, de acuerdo a los contextos situacionales que se nos enfrentan ante las distintas circunstancias de nuestras vidas cotidianas. Toda práctica social está teñida de significados y nada de lo humano está exento de sentido puesto que en nuestra vida –y en todo momento– producimos (o percibimos) significados (sean estos emitido por alguien como proceso de enunciación, o decodificado, por otro, como proceso enunciativo); en donde lo relacional (dialógico) representa el plexo comunicativo. Permanentemente, en nuestras percepciones, ponemos en juego estos procesos de circulación de sentidos, en el cual los mensaje representan (en un contexto) una determinada situación de comunicación inscripta, cada una, con su particular significación y leída desde el código cultural como una práctica significante permanente.