Los discursos sociales, entendidos como “materias sensibles investidas de sentido” por Eliseo Verón en 'La semiosis social', son el lugar de construcción de la realidad social. En esa red infinita que ellos constituyen y donde constantemente se generan nuevos discursos y nuevos sentidos se juega la conformación del germen que derivará en las acciones futuras de los miembros de la sociedad, no como "productores" de discursos (aunque lo sean) sino como sujetos atravesados por los sentidos, bombardeados cotidianamente por ellos y a su vez repetidos constantemente, a veces sin pretenderlo. Esta condición es preponderante en los discursos que se pretenden hablando de la realidad social de nuestro país, vehiculizados en los medios de comunicación social. Nos interesa en este trabajo, que forma parte de nuestro proyecto de investigación llevado a cabo en la UNC, trabajar de manera primordial con los textos que podemos catalogar como "opinativos" de los medios gráficos o digitales, que apuntan a generar en el destinatario un convencimiento -o al menos una inclinación a él- sobre un conjunto de ideas que conlleven a una acción determinada. Si bien muchos de estos textos no pueden ser catalogados como "argumentativos" en su estructura, desde una perspectiva pragmática presentan una intención que sobrepasa la mera descripción o narración y que se asienta principalmente sobre el uso de determinados 'topoi' que permiten, por un lado, sostener su verosimilitud, y por otro acrecentar la adhesión a las tesis del enunciador. Tomando como base el estudio de Perelman y Olbrechts-Tyteca (en su 'Tratado de la argumentación') sobre los objetos de acuerdo, hacemos un rastreo sobre un corpus conformado por textos aparecidos en el presente año en diarios de circulación nacional y, principalmente, en medios digitales, con el objeto de analizar la manera en que trabajan la conformación de un determinado auditorio o destinatario (que generalmente se pretende universal) y en forma correspondiente la apelación a determinados objetos de acuerdo que sustentan las tesis presentadas. Observamos en nuestro estudio que si bien para Perelman y Olbrechts-Tyteca hay objetos que son de por sí particulares (aquellos relativos a "lo preferible", como los valores o la jerarquía entre valores), en los discursos concretos no hay lugar para otra voz, otro enunciador que pueda dar cuenta de esa visión parcial, que evite la absolutización del significado. Se trata entonces de observar de qué manera se ponen en circulación determinados semas a fin de reforzar un determinado pensamiento dóxico, presentado como “objetivo” en la medida en que el enunciador nunca asume su autoría, sino que surgiría del consenso de una comunidad más o menos vasta. Esta generalidad y este anonimato permite presentarlos como si tuvieran fuerza de ley en los discursos. En este sentido, la doxa se termina definiendo como un saber compartido por los miembros de una comunidad en una época dada, en la que los interactantes terminan siendo tributarios de representaciones colectivas y de las evidencias que subyacen a su propio discurso.