El lenguaje y su unidad conceptual, el signo, poseen un valor sinérgico único, a partir del cual nuestra especie pudo constituirse como sapiens. La comunicación, en nuestro caso, fue y es, devenida en lenguaje, factor de humanización. Del mismo modo, según nuestra hipótesis, la degradación semiótica, suponiendo que la semiosis social acepta variaciones de grado, posición a la que adherimos, aplicaría a la introducción del concepto termodinámico de entropía, ampliando el campo sistémico propio de la comunicación con elementos característicos de las leyes naturales. El signo lingüístico sometido a un potencial cambio de sentido, y cuya capacidad identitaria y cognitiva emana de un constructo social diacrónico y temporalmente extenso, puede oficiar entonces como estructura disipativa y obstructora sobre la sinergia social, y del mismo modo que el caos se vincula al avance de la entropía física, el discurso vaciado de contenido y carente de la correspondencia significante-significado, deviene en despersonalización y acriticidad, con afectación a nivel comunitario y pronóstico de desarticulación. La estructura lingüística requiere gastos y recursos de energía en su desarrollo, ordenando lo confuso y a la misma realidad en principio desordenada, construyendo fundamentos de certidumbre y racionalidad. La hipótesis de nuestro trabajo apunta a la vinculación entre la entropía y su contenido cuántico de desorden latente a nivel de lo real, con la demanda creciente de esfuerzo en la elaboración de redes semióticas, y la especial atención que los profesionales de la comunicación deben prestar a la profusión de sentido frente a los elementos de disgregación virtualmente presentes en las corrientes epistémicas de discursos circulantes, lo cual para el objetivo citado, obligará a una permanente actividad crítica.