Representaciones sociales sobre el carnaval en Tucumán Prof. Albarracín Claudia Carina El carnaval es una fiesta popular cuya historia se remonta a varios miles de años antes de Cristo, y cuya tradición se fue difundiendo por América desde la época de los colonizadores. Esta festividad ha representado la cultura folclórica con la idea de eterna renovación en un tiempo en el que el pueblo se permite festejar en las calles de diferentes modos según la región de referencia. Luego de mucho tiempo, en nuestro país en 2010 la presidente Cristina Fernández firmó un decreto por el cual, desde el año siguiente, comenzarían a ser feriados los días lunes y martes de carnaval. En el documento no solo se reconoció el beneficio económico para los consumos locales que traerían estos días no laborales, sino, que, además, se identificó el carnaval como una de las manifestación más genuinas de las diferentes culturas que habitan nuestro territorio, que fomenta la trasmisión de valores que nos identifican, permitiendo la integración social y cultural. Sin embargo, a lo largo de los años se ha podido observar la controversia por la medida tomada en diferentes medios de comunicación. El incremento de feriados anuales abrió el debate sobre su impacto económico y provocó una fuerte resistencia en ámbitos conservadores, de la industria y de algunos sectores comerciales. En Tucumán los cuatro ejes cardinales tienen su fiestas diferenciadas: hacia el oeste se concentran las costumbres de origen aborigen, la Fiesta Nacional de la Pachamama en Amaicha del Valle, es la más conocida; en el centro y sur se expresan los festejos con comparsas como en Aguilares o Monteros; y, en el este los bailes en los clubes de Ranchillos, Leales y Lastenia, lugares en los que las fiestas duran más de un mes. En este trabajo abordamos los comentarios de las notas del diario virtual La Gaceta durante los años 2015 y 2019, comprendiendo un periodo que abarca las dos últimas presidencias. Entendemos que estos son discursos por naturaleza ideológicos ya que expresan cierta postura de los lectores respecto a una determinada temática, constituyendo verdaderos espacios de disputa por el poder discursivo. En los mismos se pudo observar, con la propuesta metodológica del Análisis Crítico del Discurso, diferentes representaciones sociales que reprodujeron ideologías populares, religiosas y capitalistas sobre el mismo fenómeno. Las mismas fueron sostenidas por dos grupos ideológicos diferenciados: por un lado, conservadores de antiguos pensamientos religiosos y empresarios comerciales, y por otro, populistas y oficialistas del gobierno kircherista. Las prácticas sociales relacionadas al carnaval no solo se concibieron como culturales, sino, también como politizadas y polarizadas, representando distintos niveles sociales y económicos.