El avance de la agricultura hegemonica, prinicipalmente representada por el modelo de agronegocios, es uno de los hechos más relevantes de las dinámicas extractivistas ocurridas en América Latina en las últimas tres décadas. Así, es posible observar la consolidación de sistemas productivos de commodities, que han adquirido un papel central en la provisión de las cadenas globales de valor a través de gran parte de la región. Esta consolidación se sostuvo en dos grandes cuestiones: por un lado, una expansión territorial sobre espacios considerados “perifericos” sostenidos en la una lógica de extracción de rentas y explotación del territorio, con fuertes impactos en el medio socio-ambiental. Por otra parte, tanto en territorios nuevos como aquellos que ya desarrollaban la agricultura, se consolidó un modelo tecno-cognitivo constituido un conjunto de tecnologías de productos y procesos, formas organizativas particulares y la construcción de conocimientos cientifico-academicos. Este último aspecto, es una de las dimensiones más relevantes y consolidadas para el desarrollo de la agricultura hegémonica. A partir de un dispositvo, con más de un siglo de trayectoria, que articula instituciones de I+D y los espacios de enseñanza en las universidades donde se forman quienes desarrollan los conocimientos, se constituye la agronomía como campo disciplinar. Esta constitución disciplinar es a su vez, uno las cuestiones de mayor complejidad al momento de pensar agriculturas alternativas (AA). De esta forma, en muchos casos el fuerte avance las AA como espacios de resistencia y nuevos modelos agroalimentarios que se refleja en el plano metodólogico, se muestra altamente tensionado en el plano epistemico. Esto es, se construye lo alternativo a partir de una misma base hegemónica a nivel epistemológico, lo que plantea fuertes desafíos en la consolidación de las mismas en el largo plazo. Sin embargo, en los últimos años se asiste a un escenario de discusión tanto en el plano epistemico, como en el plano ontológico de las agronomías. Es en estas discusiones donde, justamente, las humanidades han tomado un papel central. Las ontologías políticas, los enfoques “más-que-humanos”, post-humanos, la ética cuidado y las humanidades ambientales, entre otros, abordan los elementos que permitan diseñar e imaginar una agronomía alternativa, espacialmente situada, comprometida ambientalmente y movilizadora de conocimientos diversos. Así, en este trabajo se propone analizar el aporte de estos enfoques a la generación de una agronomía acorde a las agriculturas alternativas. Para ello, se recorren estas visiones, a fin de comprender como aportan a los diferentes aspectos epistemicos y ontológicos. A su vez, se reflexiona sobre como estas cuestiones pueden ser traducidas en acciones concretas a nivel institucional que permitan corresponderla con los avances logrados a nivel de prácticas de las AA. Finalmente, las posibilidades de imaginar nuevas agronomías parten de, como lo muestran estos enfoques, repensar las concepciones de naturalezas y tecnologías imperantes en el desarrollo agrícola. También en la generación de alianzas multiespecies y el desarrollo de enfoques que den espacios a nuevos elementos o aquellos que generalmente no son tenidos en cuenta a la hora de construir nuevos sistemas agroalimentarios.