El siguiente trabajo está motivado por entender desde la Sociología de la Educación, la realidad laboral de los becarios doctorales y postdoctorales del conicet, articulando el texto bajo las siguientes preguntas; ¿hay una tensión entre la vocación y la subsistencia? ¿Cuáles son las expectativas pasadas, presentes y futuras subjetivas de los becarios, en relación con su desarrollo profesional?. La principal hipótesis: una alta formación académica, no determina un mejor salario o condiciones laborales estables. Para responder a los respectivos interrogantes se realizaron cinco entrevistas cualitativas a becarios doctorales y posdoctorales. El desarrollo del texto se divide en dos partes: primero se analiza un marco histórico para comprender las problemáticas del mercado laboral actual y segundo indagamos acerca de la tensión generada entre la vocación y la subsistencia. A partir de la finalización de la Segunda Guerra Mundial se pueden diferenciar, tomando a Harvey (2000) y Castels (2014), dos modos de produccion y acumulacion capitalista. Por un lado, el modelo fordista, desarrollado aproximadamente entre 1945 y 1973, teniendo como principales características: el estado intervencionista, relativa estabilidad económica y alto gasto público. Por el otro, el modelo de acumulacion flexible desde 1973 que dio como resultado la flexibilización laboral, mayor volatilidad económica, hegemonía del sector financiero y un “estado mínimo” o neoliberal. Este último interpela de macro a micro la realidad laboral actual de los becarios doctorales mediante las siguientes tensiones y problemáticas: la importancia y dificultad de un sector público que invierta en ciencia y tecnología, el “desempleo estructural” y el stock sobrante de mano de obra “calificada”. La tensión entre la vocación y la subsistencia, está plasmada entre lo que los becarios entrevistados expresaron como una ambivalencia entre la pasión por investigar y la incertidumbre por el futuro laboral. Tomando a Weber (1980) y Bourdieu (1979) se pueden pensar dos cuestiones: la pasión por la ciencia y la dedicación exclusiva a la misma, y el doctorado como “capital cultural institucionalizado” y fuente de legitimidad social, como motivaciones intrínsecas. En contraposición, la noción de subsistencia puede remitir al concepto de Marx (1977) de “trabajo abstractamente humano” teniendo en cuenta la relación de dependencia salarial y, en palabras de los becarios,: “la beca como un trabajo temporal y poco remunerado de 5 a 7 años con un futuro incierto”. Como conclusiones se pueden abordar dos cosas. Primero, confirmar parcialmente la hipótesis de que una alta formación académica no determina per se mejores y estables condiciones laborales. Segundo, las expectativas subjetivas de los becarios en relación a su realidad laboral se dan: las “expectativas pasadas con respecto al presente” representan una ambigüedad entre la pasión y la sorpresa por tantas responsabilidades, las “expectativas presentes” remiten a la “pasión” y el disfrute cotidiano por investigar, y las “expectativas futuras” están signadas por la incertidumbre sobre la estabilidad laboral. Queda como última reflexión pensar cómo las expectativas presentes y futuras pudieran actuar en sincronía, expresado por los becarios, si el Estado invirtiera más recursos económicos a la investigación.