En décadas recientes, se ha producido un descenso considerable en el total de las defunciones infantiles en Latinoamérica, de tal forma que los niveles de la tasa de mortalidad infantil se encuentran por debajo de las 30 defunciones por mil nacidos vivos en la mayoría de los países de la región, mientras que otros presentan números similares a los existentes en los países más desarrollados. (Aguirre, 2015). En Argentina, por su parte, entre 1990 y 2018 la mortalidad infantil es inferior al promedio general de Latinoamérica. Dentro del mencionado contexto, en este trabajo se va a profundizar el estudio de la mortalidad infantil en la Ciudad de Buenos Aires, jurisdicción que ha alcanzado los niveles más bajos respecto al resto de provincias del país. La evolución de la estructura de causas de muerte de la Ciudad muestra que a partir de mediados del siglo XX, se intensifica la reducción en aquellas originadas por causas de origen exógeno (infecciosas y parasitarias), y comienzan a cobrar importancia las muertes de origen endógeno (anomalías congénitas y perinatales) (Mazzeo, 2017). Las afecciones originadas en el período perinatal y las anomalías congénitas son las más difíciles de evitar y precisan de medidas más costosas, ya que se requiere tanto de recursos humanos capacitados como de una infraestructura hospitalaria apropiada (Aguirre, 2009). Asimismo, es importante destacar que esta disminución no operó de forma homogénea en el interior de la Ciudad de Buenos Aires. Si se consideran las tasas de mortalidad infantil calculadas por la Dirección de Estadísticas y Censos de la Ciudad (2019) para el trienio 2016/2018 se puede observar que, mientras en la Comuna 2 dicho valor alcanza el 3,9 por mil, en las Comunas 4, 8 y 9 supera el 8,5 por mil. La desigualdad entre comunas, en este caso, se ve duplicada.