En esta presentación, analizo un dispositivo de desarrollo profesional destinado a favorecer la integración del trabajo con la lectura y la escritura en todas las disciplinas. La experiencia transcurrió durante 30 meses, con más de 100 profesores de 5 escuelas secundarias y 16 profesores universitarios de distintas carreras. La formación propendió a constituir a los participantes como grupo de estudio y producción académica en vez de ubicarlo como receptor de una capacitación transmisiva. Los objetivos fueron dobles: favorecer el entrelazamiento de la interpretación y elaboración de textos para ayudar a sus alumnos a aprender cada asignatura en ambos niveles educativos, al mismo tiempo que propiciar en los docentes nuevos usos de la lectura y la escritura para analizar y producir conocimiento didáctico, a modo de una comunidad de investigación. A diferencia de otros procesos formativos, éste no estuvo centrado en ofrecer un saber acabado de parte de un expositor sino que brindó un sostenido acompañamiento para impulsar a los participantes a experimentar progresivos cambios en su práctica pedagógica a través del diseño, puesta a prueba, observación y análisis crítico de secuencias didácticas. Para ello, los profesores debieron leer, escribir, discutir sobre lo leído y revisar colectivamente lo escrito, en forma recurrente; asimismo, en grupo y con variados apoyos de los formadores, presentaron un póster en jornada abierta y redactaron un capítulo para un libro que sería publicado. Las valoraciones escritas que hicieron los participantes al finalizar la experiencia fueron analizadas con el fin de examinar el alcance de la formación. Ellas revelan que este dispositivo, al transformar las habituales coordenadas de la capacitación de profesores, plantea retos a las tradiciones institucionales de docentes y formadores y exige, asimismo, cambios identitarios en los sujetos en formación. Estos desafíos resultan oportunidades de aprendizaje y crecimiento profesional de largo alcance si logran sortearse como obstáculos, lo cual ocurre en casi dos tercios de los profesores. Un tercio, en cambio, se siente incomodado en sus hábitos y convicciones pedagógicas, y vivencia la empresa investigativa y los nuevos modos de leer y escribir como desorganización intolerable. Las apreciaciones realizadas por los participantes también señalan aciertos y flaquezas del equipo formador, que discuto en términos de las condiciones formativas e institucionales que se precisan para forjar una cultura académica investigativa, en la cual la enseñanza sea considerada un “bien público”, abierta a la mirada de los pares que aportan a enriquecerla a través de su revisión colectiva, lo cual conlleva prácticas específicas de lectura y escritura, y define al docente no sólo como transmisor de un conocimiento disciplinar producido por otro sino como hacedor de un saber profesional relativo a su enseñanza y aprendizaje.