Esta ponencia integra un trabajo mayor en el que analizo las variaciones de la imaginación falogocéntrica en la ficción argentina de la década del ’20. La hipótesis general de este trabajo es que la literatura se permite jugar más con las máximas del falogocentrismo, hipotetizando variantes, parodias y exacerbaciones que complejizan, y, hasta podrían subvertir, la mitología misógina de la época. En este marco, para este congreso, me propongo abordar el libro Cuentos de la oficina de Roberto Mariani. Estos cuentos recrean el universo de los trabajadores de las oficinas, donde la ideología de la domesticidad ha impregnado, y normativizado, las relaciones personales y donde la mujer posee un cierto poder, en complicidad con la explotación laboral a la que están sometidos los oficinistas. Al menos, así la imagina Roberto Mariani en sus cuentos, ya que, mientras el ámbito laboral es absolutamente masculino y es el sitio en el que se desarrollan las relaciones masculinas de despotismo laboral, la subjetividad femenina es temible, amenazante y devoradora. En otras palabras, Mariani crea una representación monstruosa y temible de la mujer doméstica, en su papel de esposa hostigadora y, así, cómplice de la situación de explotación laboral. En cierta manera, considero que Mariani, aunque no lo explicite, percibe en el modelo de subjetividad masculina hegemónica una relación entre los mandatos de clase y de género que confluyen en el sometimiento del varón.