Para Pierre Bourdieu, la verdad del arte es su raíz social, su carácter de instituído. Lo que está mudo en las obras es el barro de las condiciones sociales de existencia, la lucha, la economía, el deseo de poder. Por eso, afirma que "El arte no puede revelar la verdad sobre el arte sin ocultarla", señalando a la denegación como ley o mecanismo que subyace a los pronunciamientos artísticos. En "Sadbøi" (de Berliac, 2017), encuentro una historia de la construcción identitaria (intermitente) del inmigrante marginado devenido "artista o ladrón" que, siguiendo explícitamente al "San Genet" de Jean Paul Sartre, expone esa dimensión soterrada de la emergencia o desarrollo de una "vocación" artística, así como a la polémica alrededor de la independencia de la obra con respecto a su hacedor o autor, sobre su autonomía. Junto a Oscar Masotta, luego, reconoceré la capacidad expositiva del particular uso del lenguaje historietístico (el estilo "manga" de Berliac), y recuperaré sus reflexiones sobre arte de los medios para describir el papel que cumplen la medialidad (el reticulado NTIC en la historia que narra éste cómic) y el diseño del happening "esto es un asalto". Entonces, ¿la historieta muestra la estructura de la denegación? Y, ¿esto se cumpliría como regla general, o sólo en algunos casos de meta-cómic?