Las imágenes logradas por Sergio Kowalewski (fotógrafo independiente) y Pepe Mateos (Clarín) sobre la Masacre de Avellaneda fueron fundamentales para la reconstrucción de los sucesos que concluyeron con los asesinatos, por parte de la policía, de los militantes Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. A pesar de la pretensión del diario Clarín de ocultar el registro fotográfico logrado por Mateos, existe una fotografía que ha trascendido el terreno judicial, para pasar a formar parte de la iconografía de movimientos sociales y partidos políticos de izquierda. Nos referimos a la imagen donde vemos a Santillán asistiendo a su compañero Kosteki, con un brazo extendido hacia sus atacantes, un instante antes de ser asesinado. Este gesto capturado por la cámara, cristaliza la antesala de la muerte, pero fue retomado como un símbolo de la solidaridad militante que se ha multiplicado en stencils, murales y diversos tipos de intervenciones artístico-políticas. En este trabajo articularemos una serie de reflexiones sobre la potencia de aquella imagen, a partir de las perspectivas abiertas por Aby Warburg con sus nociones de Pathosformel y Nachleben, con el objetivo de aportar a una elucidación teórica y política sobre el papel del cuerpo, la gestualidad y el movimiento en la iconografía política de protesta.