Quienes consultan hoy un servicio público de salud mental lo hacen con la expectativa de que su malestar corresponda a un desorden en su organismo, que sea posible aliviar ─cuando no eliminar por completo─ mediante un reequilibrio químico. En la mayoría de casos, no solo no existe demanda alguna de análisis ni de terapia, sino que el consultante espera del profesional una fórmula diagnóstica que revele una eventual solución de parte del discurso de la ciencia, siempre ajena a las posibilidades del individuo. Este reclamo coincide en muchas personas con la vacilación de su compromiso con el tratamiento y con el uso a su arbitrio de las indicaciones terapéuticas. Además, las condiciones del trabajo, los efectos de la medicación o el diferente criterio de los profesionales dibujan un panorama, a priori, poco prometedor para la vía psicoanalítica. En esta maraña de dificultades, la función del psicoanalista está orientada a introducir, en la medida de lo posible, la reflexión a través de la palabra. Esto es, a elaborar junto a la persona que le consulta una pregunta con la que esta pueda transitar mejor por los imposibles que pueblan su vida. Las condiciones del contexto público impiden que se desempeñe esta labor mediante los requisitos del clásico dispositivo freudiano. Es entonces la enseñanza de Lacan, con importantes diferencias respecto a Freud, la que permite sobrevivir al psicoanalista, que en este ámbito está abocado a la inmediatez y a trabajar irremediablemente contando con su deseo y por medio de su acción. A través de la reflexión sobre el trabajo público en salud mental y varios ejemplos clínicos, esta presentación apunta a las divergencias epistemológicas entre Freud y Lacan, que utilizan conceptos distintos del tiempo, el espacio, la materia y la energía, situándose en paradigmas científicos diferentes. Se propone que dicha distinción permitiría un psicoanálisis más apropiado a la práctica actual, que en buena parte se ejerce fuera del ámbito privado, sin diván y sin otras de las condiciones para las que Freud diseñó su método.