A partir de un locus de enunciación que se construyeen nuestro ser profesionales de trabajo social, feministas, latinoamericanas, pos, des, y anti-coloniales, es que nos proponemos abordar los imaginarios sociales relativos a los usos de cannabis y cómo aquello se intersecta con las cuestiones de racialización de les cuerpes de tales consumidores. Se trata, de un campo de estudios signado por la construcción de una otredad y subalternidad que nos interpelan a pensar los procesos modernocoloniales de exclusión y sometimiento que les ubican en una exterioridad -al parecer problema, que encuentra relación con el Trabajo Social en la medida en que a lo largo de la historia de su profesionalización les sujetes de la intervención se encuentran signados por mantener o configurar de maneras muy diversas relaciones cercanas con esa exterioridad (Dussel, 1996). En este marco, surgen interrogantes como: ¿qué cuestiones se conjungan al interior de los usos de cannabis que asocian a esto como un “problema” de orden social y policial? ¿Qué cuestiones asociacian este “problema” con un sector de la sociedad signado por características particulares de clase y de raza? ¿Qué procesos latinoamericanos han dado origen a los estigmas relativos a los usos de “drogas” y qué estigmas subyacen sobre la noción errónea de raza? (Catelli, 2017). A través de un análisis historiográfico de las políticas internacionales relativas al uso, comercialización y distribución de drogas, principalmente del cannabis, descubrimos un sistema moderno-colonial-capitalista-eurocéntrico de normalización y estigmatización destinados a les consumidores. No se trata únicamente de la construcción de un mercado que por ilegal, refuerza sus capacidades de reproducción del capital únicamente, sino también, de reeditadas formas de colonialismo, donde se afirman formas legítimas y legales de ser-estar en el mundo dando lugar a otras que no lo son. Una lógica que nuevamente se imparte desde “países centrales”.