En este trabajo argumentaremos que el estado de excepción y las herramientas que lo acompañan constituyen una instrumentalización gubernamental, legal e institucional de la crisis. La apelación a la narrativa de crisis, no solamente habilita y pone en funcionamiento las medidas (prerrogativas) que operan dentro del estado de excepción, sino que además su peso retórico funciona como excusa justificadora para la profundización de políticas de muerte y olvido. Trabajando desde el marco de una “crítica sin sujeto” presentada por la teoría queer (Warner, 1991; Eng et al, 2005), el objetivo será centrar el análisis en el aspecto estructural de los fenómenos, y no explorar de manera particular una población en específico. Comenzaremos con una breve reposición de los desarrollos sobre la noción de “estado de excepción”, con el fin de contextualizar su significado e implicaciones. Determinaremos nuestro propio marco y haremos una breve reposición del uso de la excepción en América latina. Para ello exploraremos la narrativa de crisis que subyace a la legitimación de esta distinción jerárquica y a la aceptación social de sus efectos. Argumentaremos, además, que la instrumentalización de la crisis se da mediante la homogeneización de la población y el relegamiento de lo estructural a situaciones de urgencia. Como consecuencia de esto, las medidas que apuntan a transformar las condiciones de cuidado, acceso y redistribución estructurales, colectivas o de largo plazo son relegadas a “salas de espera de la historia” (Chakrabarty, 2000) y las personas que más dependen de éstas, a procesos de muerte lenta (Berlant, 2007).