Si bien la escritura suele estar presente en buena parte de la enseñanza universitaria argentina, lo está más como un medio para demostrar conocimiento cuando los alumnos son evaluados que como una oportunidad de desarrollar ese conocimiento. Así, la escritura tiende a plantearse en las aulas en tanto canal de comunicación. Menos usual es que los docentes la incluyan en sus clases como un instrumento para favorecer el trabajo intelectual de los alumnos sobre los contenidos conceptuales de las disciplinas. Tampoco es habitual que la orienten en forma explícita para que los estudiantes continúen aprendiendo a escribir en sus campos disciplinares. Lo frecuente, entonces, es que se desaproveche el potencial epistémico que alberga la escritura y la ocasión para enseñar a escribir según los modos propios de hacerlo en cada ámbito del conocimiento. Además de ciertos hábitus prácticos y de ciertas condiciones institucionales limitantes, tres extendidos supuestos podrían explicar este desaprovechamiento: la concepción de que la escritura es sólo un código de transcripción (pero no un sistema de representación de las ideas), la concepción de que el aprendizaje de la escritura ha finalizado antes del ingreso a la universidad y la noción de que ese aprendizaje es transferible a cualquier contexto. Esta situación no sólo es característica de Argentina sino de muchas instituciones latinoamericanas, europeas y de otros continentes, tal como es advertido por un creciente número de publicaciones y, en particular, por un estudio internacional sobre enseñanza de la escritura en la universidad (Thaiss, Bräuer, Carlino y otros., 2012). Durante la última década, se han multiplicado diversas iniciativas de enseñanza de la escritura en universidades de la región. Algunas de ellas comparten los supuestos mencionados en tanto otras se han creado a partir de concepciones que cuestionan esos supuestos. Estas últimas vienen experimentando formas de entrelazar la enseñanza de la escritura con la enseñanza de los conceptos propios de las materias. En esta ponencia, reseño algunas que se proponen hacerlo a través del trabajo de turores o compañeros de escritura pero también a través del trabajo interdisciplinario entre profesores disciplinares y especialistas en enseñanza de la escritura. Me refiero así no solo a los centros de escritura sino a otras experiencias más o menos integradas en el curriculum de las instituciones superiores.