Para inicios de la década de 1880, el circuito musical de Buenos Aires presentaba una intensa actividad en sus teatros de la mano de numerosas compañías líricas. Ópera italiana, opereta, opéra-comique y zarzuela comprendían los géneros más recurrentes en los seis coliseos activos en la ciudad, cada uno consagrado a más de un género. La lógica gerencial que regía a esas compañías –en tanto los empresarios solían ver a los espectáculos líricos como bienes de lucro– y las relaciones de competencia que entablaban unas y otras fueron constituyendo al escenario teatral porteño desde finales de la década de 1840, rasgos que se intensificaron durante la década del 70 con la fundación de nuevos teatros. Así, en albores del 80, Buenos Aires ya contaba con la participación simultánea de varias compañías que llegaron a exceder los límites de la temporada lírica –de mayo a octubre–, extendiendo la actividad teatral a todo el año. En ese marco de intensa circulación de compañías y repertorios, la cuantificación de espectáculos representados durante los años 1881 a 1883 revela un notable dinamismo en la programación teatral expresado en el apogeo de un género lírico distinto en cada ciclo anual. Asimismo, resulta necesario indagar en el entramado de mediaciones más complejo que respaldó esas vertiginosas transformaciones en las carteleras teatrales de cada año: junto al activo rol que asumieron empresarios teatrales y compañías líricas –con sus intereses y rivalidades– cabe contemplar la creciente participación de una crítica especializada que empezaba a tomar cada vez mayor participación en la conformación de las programaciones. Ésta, nucleada en distintas publicaciones de tirada más o menos sostenida, se había erigido tímidamente como cultora del gusto musical entre los diletantes porteños –orientando las preferencias hacia tales o cuales repertorios, dependiendo de la publicación– a la vez que buscó modular la actividad de empresarios teatrales mediante la crítica y reseña. Según expresaron esos órganos especializados, la crítica musical asumió dicha labor en tiempos en que la esfera política demostraba una total indiferencia por la regulación de la actividad teatral-musical. Con este preludio, a partir de los datos obtenidos del relevamiento y sistematización de los espectáculos líricos presentados en Buenos Aires entre 1881 y 1883, el presente trabajo se propone reponer y analizar la participación que desempeñaron empresarios teatrales y críticos especializados en favor de la dinamización de la actividad lírico-teatral. Ambos agentes, claves en la conformación de un campo específico de la actividad musical-teatral, contribuyeron a dar forma a la programación según principios de acción, representaciones y proyectos que no siempre fueron de la mano: las búsquedas de los empresarios y compañías por imponer sus repertorios en el medio –o ajustarse a las modas transitorias según su espíritu mercantil– y de la crítica especializada por señalar caminos progresistas para la cultura musical de Buenos Aires parecen explicar –en sus triunfos transitorios– el predominio abrumador que ciertos géneros alcanzaron durante el período estudiado. Para dar con este objetivo, primeramente, se exponen algunos antecedentes en torno a la conformación de una “cultura musical” moderna a partir de la organización alcanzada por ambos agentes en albores del 80; con ello, se refiere a su rol como activos cultores del gusto musical, en tanto buscaron orientar hacia el cultivo de determinados géneros líricos según distintos intereses; y, luego, se reconstruye y analiza su participación en la dinamización de la cultura musical porteña entre 1881 y 1883. Dada la creciente intervención de la prensa musical en la conformación de la vida cultural de Buenos Aires, en ella se encuentran las huellas para reconstruir las experiencias que ocupan a este trabajo: junto a las críticas y reseñas de revistas especializadas, el cuerpo de fuentes documentales es completado por anuncios, programas teatrales y folletines musicales de la prensa diaria.