La polémica literaria en los primeros años del virreinato del Río de la Plata se focalizó en la reivindicación de la civilidad porteña y en la conformación del rol del erudito en el pequeño ámbito letrado de Buenos Aires. La continuación de la tensión retórica entre el bonaerense Manuel José de Lavardén y el limeño Juan Manuel Fernández de Agüero y Echave en el Telégrafo Mercantil puso en evidencia a partir de los insultos cruzados la importancia para el ámbito letrado del color de la piel de los eruditos como validación de su escritura y de la civilidad como rasgo identitario que permitía marcar las distancias con los pueblos «bárbaros»