Con la ampliación de los sectores letrados, el periodismo deja de ser una mera tribuna de las ideas en pugna para convertirse en un medio masivo que, con el paso de los años, la profesionalización y el acceso a nuevos recursos tecnológicos, acomoda sus productos, modos de producción e influencia en la opinión pública con lógicas empresariales. Al tiempo en que se consolida como un negocio, reelabora sus estrategias y deja su lugar de voz del poder para constituirse en un actor fundamental, que disputa con los otros que pretenden el liderazgo de la sociedad. Las nuevas tecnologías infocomunicacionales aceleran los tiempos (tanto productivos como de las audiencias). Las lógicas de instantaneidad generan la idea de una ciruclaciòn informativa constante que va en detrimento de la calidad de información. A pesar de raigambre industrial, el efecto que opera sobre la ciudadanía es político. La tendencia es a la univocidad de las ideas, la superficialidad de la información y la generación de una agenda atravesada por acontecimientos secundarios, que refuerzan la preponderancia de lo cotidiano sobre la politicidad. La política, cotidianizada, también relega su importancia social. Y en eso radica la importancia del efecto.