Los años 90 plantearon la categoría de ahistoricidad para construir las representaciones hegemónicas acerca de los sectores marginales. En los discursos que intentaban los consensos sobre esta idea, las relaciones de causalidad entre pobreza y delincuencia se presentaban como invariantes respecto de la violencia, sus protagonistas y el rol del Estado. Las tácticas para el sostenimiento estratégico planteaban que la politicidad merecía todas las formas de descrédito. En este contexto, los sujetos de narración fueron expuestos ante la opinión pública con un doble signo negativo: el exotismo y la delictualidad. La preeminencia y auge del sistema de medios establecen una creencia colectiva a partir de la cual la ineficiencia estatal y el quiebre del contrato (por / con) los marginados requiere de una despolitización de la política y una política mediática que, edulcorada, reemplace las formas tradicionales de ejercerla. Es el objetivo de este trabajo analizar las prácticas excluyentes que se articularon en las construcciones discursivas de la prensa gráfica argentina de los años 90.