Los vertiginosos cambios sociales ponen en constante cuestionamiento a la educación, tanto en el ámbito de la academia, como en el social, mediático, etc. Frecuentemente se afirma que la educación se está quedando atrás, que no cumple con las expectativas públicas ni con los requerimientos para la vida actual. Sin embargo, aunque estas afirmaciones son ciertas parcialmente, los fines sociales impuestos en los últimos años a la educación, también deben ser objeto de crítica. Las demandas del mercado y el capital, permean e influyen lo laboral, social, cultural, y por supuesto, lo educativo. Los grandes problemas sociales, como la violencia, la delincuencia, el desempleo, el deterioro ambiental, la pobreza, etc.; también interpelan a la educación ya los educadores. Aunque se habla de la necesidad de impulsar el cambio educativo y de innovar, están pendientes el cuestionamiento y la reflexión de fondo sobre aspectos básicos como el qué y el para qué de la educación. Tal vez no podemos esperar de brazos cruzados a que haya un gran cambio social con justicia y dignidad, para ponernos a trabajar en proyectos inmediatos que mejoren la experiencia educativa de nuestros alumnos.