Este trabajo da cuenta del proceso implementado desde un programa de televisión que se difunde en la señal de la Universidad Nacional de Villa María, cuyo nombre es Periodistas y que tiene como contenido central a los temas de la agenda urgente pero que trasciende la coyuntura, y que aparece en el set de la mano de datos, análisis y entrevistas. Es conducido por quienes somos periodistas y docentes de la casa de altos estudios villamariense, y que al momento de definir la línea editorial determinamos que uno de nuestros ejes de acción iba a priorizar la equidad de género en las fuentes a consultar. Esto en consonancia con el trabajo que realiza ONU Mujeres y que replica en algunos medios argentinos, aún sin ubicarnos formalmente bajo ese paraguas. Sabíamos que la tarea no iba a ser sencilla en un mundo institucional protagonizado mayormente por hombres y en entornos de proximidad que, tal como muestran antecedentes de investigación, les da siempre la palabra a ellos para su aparición en las agendas publicadas, dejando a las mujeres como portadoras de actividades de tipo social/cultural o como introductoras de conflictos privados y hasta ilícitos (desde peleas con familias vecinas hasta toma de terrenos). Puede leerse un continuum al reconocer que el periodismo es un escenario de hombres, una característica subyacente al imaginario de la construcción y establecimiento de agenda es recurrir a las mismas fuentes, las que generalmente son hombres, ya que los puestos de decisión y más visibilizados de las organizaciones públicas, políticas, empresarias, gremiales, comerciales siempre están gestionados por hombres. Por lo tanto, se suma una nueva tensión para las periodistas a la hora de buscar la información: entrevistar a los hombres y rastrear, descubrir y dar voz a muchas mujeres que permanecen silenciadas por esas rutinas que se reproducen una y otra vez sistémicamente. De este modo, la masculinidad y el poder de las fuentes obliga a las periodistas a “acomodar el cuerpo” para competir con las reglas de juego establecidas en el esquema instituido de los medios de comunicación y el resto de las entidades de la sociedad. Debido a ese poder que las fuentes masculinizadas detentan, las periodistas lidiaron, desde los inicios de su incursión en la profesión, con situaciones que, actualmente, no permiten, no ocultan y, definitivamente, ya no dejan pasar. Aún con este contexto y estos antecedentes, podemos mostrar los pasos dados en el objetivo planteado, en lo que configura además una propuesta para otros medios, al ampliar la cadena de fuentes disponibles e implica un aporte a la multiplicación de voces.