En nuestro país, el modelo pedagógico musical hegemónico se consolidó sobre las premisas ontológicas y epistemológicas de la cultura europeo-occidental y su voluntad imperial. En esta cosmovisión, cuyo paradigma estético está representado por la noción de Bellas Artes, la música es concebida como objeto de contemplación externo a la subjetividad y corporalidad de los participantes, cuyos rasgos caracterizan los del saber especializado que otorga estatus de músico. En este contexto, el docente universitario es considerado el legítimo portador del conocimiento musical materializado en su capacidad para pensar la música en términos de la teoría de la música Occidental, y de la pedagogía derivada de ella. Por su naturaleza normativa, ésta tiende a invisibilizar o menospreciar las experiencias musicales que no se ajustan a la ontología musical en la que se basa generando tensiones que obran en perjuicio del desarrollo musical del estudiante.Este trabajo propone pensar una educación musical universitaria liberadora que bregue por la construcción creativa y situada del conocimiento fundada en un diálogo simétrico en el encuentro intercultural-musical de nuestras aulas. En este sentido, se propone una ontología de música como dominio cognitivo de origen corporeizada y multimodal e intrínsecamente relacionada a una función socializadora, así como una epistemología centrada en la experiencia y la diversidad de instancias de construcción de sentido que esta propone. En este contexto, el rol docente debería centrar su esfuerzo en propiciar un espacio de reflexión/acción capaz de articular esa diversidad, con formas de pensar el hecho musical propia de ese encuentro.