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El método de conocimiento y sus implicancias en la acción política de la clase obrera
Monteforte, E.
IV Jornadas de Investigación y debate político. Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales, Buenos Aires, 2014.
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Resumen
Desde hace ya varios años el modo de producción actual transita la vía de una crisis de sobreproducción , la cual, es el proceso “natural” de corrección de este modo de producción, al estar desacopladas las necesidades de consumo y producción social. En este sentido, la producción avanza sin límite aparente por la necesidad inherente del capital de valorizarse, y el consumo se acota a la demanda social solvente, funcionando como un riñón de la producción. Por ende, cuando la producción material a nivel mundial supera las necesidades de consumo social, se ingresa en la etapa de sobreproducción, donde al mejor estilo de “la selección natural” el capital se deshace de los capitales que ponen en marcha las menores productividades del trabajo, o sea los capitales con menor potencia de valorización, dejando paso a la concentración y centralización de los capitales como forma misma de la necesidad de desarrollar el avance de las fuerzas productivas de la sociedad . El avance del modo de producción capitalista trae aparejado, como se concluye en el tomo I de El Capital, la creación de una masa de población obrera sobrante. La cual, a esta altura del desarrollo del modo de producción, en distintas regiones del mundo, ya se consolida en su condición de sobrante estancada. Además, la población obrera en general, o sea la que no se determina como sobrante para las necesidades del capital, también se ve afectada por el desarrollo de la crisis de sobreproducción. Como es el caso de Estados Unidos, por ejemplo. Todos estos procesos, particulares del modo de producción capitalista, por su manera autónoma de regularse, ponen en superficie la contradicción de las atrocidades que el hombre se impone en el mismo desarrollo de su ser genérico humano, el hacer del medio su medio. El primero que pudo poner de relieve de manera sistemática estas contradicciones del modo de producción capitalista es Karl Marx, no sin antes marcar la utilización de un método de conocimiento específico . Este método es una de las cuestiones, a nuestro entender, más controversiales y relativamente menos trabajada, con respecto a otras cuestiones de su obra, hasta entendiendo que los desarrollos del autor nada tienen que ver con el método, o que justamente el problema es dicho método. Sin embargo, lo que nos proponemos trabajar aquí es que el método de Marx es la piedra angular de las potencias revolucionarias de la clase obrera. La cuestión aquí, que hasta para algunos marxistas es algunas veces algo natural y obvio, es el enfrentarnos al avance del conocimiento como un desarrollo del concepto o de los conceptos. El problema es la forma misma de enfrentarnos a la realidad, la necesidad, ideal por supuesto, de representar la realidad, por ende de enfrentaros subjetivamente a la misma. Al definir al conocimiento de esta forma, era cuestión de tiempo hasta aseverar que “la verdad” no existe, dado que, justamente, la verdad es una cuestión subjetiva, depende del sujeto, de la subjetividad de quien la enfrente, lo único que a lo sumo podemos ver es cual no es falsada por la experiencia. Así, la objetividad hoy en día la dan los modelos de representación, bajo la apariencia de borrar la subjetividad con formulaciones matemáticas, que se sustentan, justamente, en la subjetividad de quien formula el modelo. Sin embargo, dado que hay demasiada tela para cortar en esta cuestión, no es de nuestro interés profundizar en este aspecto, si no marcar la contradicción general que se pone en superficie. Con esto, lo que trabajaremos en las próximas líneas es la necesidad del método de Marx, enfrentado la posibilidad de mover el foco de la forma actual de conocimiento y dejar de preguntarnos si algo está vigente o si la realidad se ajusta a lo que pesamos de ella, dejar de entender e interpretar la realidad, para tener la posibilidad de reproducirla, o sea, de generar una imagen exacta de lo que somos, por qué somos y cómo accionamos como seres humanos, por medio de la única y más formidable herramienta de la que dispone el ser humano, el pensamiento. Esto, nunca antes mejor planteado en la famosa frase de este autor: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos al mundo; de lo que se trata es de transformarlo.” En ésta simple frase nos enfrentamos con lo que está en juego en nuestro qué hacer de cada día, ya que no es justamente interpretar al mundo como una acción abstracta, como si nos pudiéramos dedicar a conocer como acción en sí; sino que de lo que se trata es del conocimiento como organización de nuestra acción, como momento necesario de la transformación del “mundo”, por medio de nuestra acción. Por eso, el conocimiento entendido así deja de ser una actividad inocua o abstractamente voluntaria del hombre, sino que es la organización de nuestra acción, es el conocer la potencialidad del medio con respecto a la potencialidad de nuestra acción, es conocer por qué hacemos lo que hacemos; es conocer lo que somos como sujetos sociales,
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