El presente trabajo pretende problematizar la aparente pasividad del masoquismo, cuyos rasgos de sumisión, dependencia y debilidad fueron injustamente asociados a una posición femenina. Sin alejarnos del campo psicoanalítico incorporaremos lo racionalizado por el filósofo Giles Deleuze en su “Presentación de Sacher-Masoch”, donde éste demuestra cómo es un error considerar bajo una misma unidad semiológica al complejo sadomasoquista. Para localizar esta consideración, en un primer momento, señalaremos a los actos sexuales que conllevan sometimiento y maltrato, en donde el masoquismo fue tomado tradicionalmente como la contraparte del sadismo; para luego plantear, en un segundo momento, lo esgrimido por Deleuze, respecto de los actos masoquistas frente al superyó. A modo de cierre podemos observar que el emparentamiento de las ideas psicoanalíticas con las reflexiones de la filosofía demuestran un rendimiento que nos lleva a consentir que no es el dolor en sí mismo lo que el masoquista busca para alcanzar su expresión erótica, sino una operación perversa de poder que se sirve de otro.