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Inclusión y diversidad: perspectiva contemporánea de la Psicología Educacional y Etica Dialógica
Erausquin C.
1º Congreso Educativo ISPEI ECCLESTON Perspectivas actuales sobre la educación y la primera infancia. Nuevos escenarios. Instituto Superior del Profesorado Educación Inicial Sara C. de Eccleston, Ciudad de Buenos Aires, 2014.
  ARK: https://n2t.net/ark:/13683/pzc0/zQt
Resumen
RESUMEN DEL TRABAJO El trabajo presenta una perspectiva en Psicología Educacional sobre qué significa inclusión: inclusión para qué y a dónde. Inclusión alude a participación, habilitación, reconocimiento, y también conciencia, empoderamiento, decisión, responsabilidad por lo común y acción transformadora del ambiente al que incluimos. Para promover inclusión y calidad educativas, necesitan construirse nuevos sentidos y habilitar genuinas experiencias y trayectorias de escolarización entramadas con desarrollos saludables de sujetos en contextos saludables. Dichas intervenciones requieren y producen ?giros? personales, interpersonales, institucionales- culturales en posiciones éticas, políticas y epistémicas, para interrumpir circuitos de desigualdad e inequidad, a través de nuevas articulaciones entre familias y escuelas y entre docentes, directivos y agentes profesionales de diferentes instituciones de educación, salud y desarrollo social. Las prácticas de inclusión educativa y social que atraviesan diferencias y heterogeneidades de y entre personas y contextos, sólo pueden desarrollarse con políticas públicas que las enmarquen y regulen, y si se elaboran, gestionan y evalúan con la construcción conjunta de actores sociales que eligen tomar parte y ser parte de la transformación de los contextos en los que se pretende incluir. Es el componente ético de implicación en la construcción con otros de prácticas y saberes para que todos ? alumnos, docentes, directivos, orientadores - puedan aprender en las escuelas y desarrollar una mejor calidad de vida. Me refiero a la ética, siguiendo a Benasayag (2010) de detener el determinismo esencialista de la ?etiqueta?, interpelándolo desde una posición que descubra potencias más que deficiencias, defendiendo el derecho inalienable a la intimidad de todos y más aun de los que se están formando. Suspender la transparencia de un diagnóstico de déficit, o des-estimar la clasificación en categorías, moldes o prismas preestablecidos, desde los cuales se identifica a los sujetos, desde pequeños. Ello ocurre en las escuelas y fuera de ellas, pero la educación no puede permanecer ajena, porque es violencia ilegítima y no por simbólica menos efectiva. Otra cosa es construir artesanalmente, conjuntamente con los involucrados, la posibilidad de transformar tanto las condiciones de desarrollo de la subjetividad como sus ambientes. El posicionamiento ético de los agentes profesionales requiere des-pegar de modelizacones, suspender el juicio categorizador desde el cual pretendemos ver la esencia del otro, aun cuando parezca legitimarnos en ello la ciencia. Ello será condición necesaria para ayudar a los sujetos y a sus familias a des-pegarse de las etiquetas que se les atribuyen y que van conformando identidades, creando en cambio condiciones para construir conjuntamente interacciones oxigenadas y nuevas posibilidades de desarrollo y aprendizaje. En tal sentido propongo el concepto contemporáneo de la Etica Dialógica. Dice Ferrero (2014) que toda intervención profesional conlleva una posición ética, sea ésta explícita o no. Que el posicionamiento ético involucra vigilancia epistémica continua, rigor teórico y efectividad técnica, pero también implicación con el destino común de la humanidad. La ética dialógica interpela a la responsabilidad que tenemos con relación al mundo que habitarán nuestros hijos, más allá de los valores morales que nos han inculcado, que podrán o no permanecer. Apunta al bienestar y mejoramiento de la vida de todos, a través de consensos que no eludan conflictos y tensiones, en un entramado cultural dialógicamente construido, que no por ello deja de ser universal, porque construye humanidad. Las éticas dialógicas no pueden ser de aplicación, ni prescriptivas, normativas o normalizadoras, sino de implicación, co-construídas, y desarrolladas a través del enriquecimiento, por apropiación recíproca (Rogoff, 1997) de las diversas y heterogéneas potencias culturales, interpersonales y personales que habitan un escenario educativo.
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