Luego de décadas de ocupar el espacio público a la fuerza hasta poner nuestros derechos en agenda y construir políticas públicas acordes, nos encontramos con un retroceso. En un contexto de violencia estructural, ciertos sectores de las juventudes han virado su ideología hacia la extrema derecha en pos de defender privilegios. El desafío es disputar una batalla cultural contra el neoliberalismo alienante e individualista entre les jóvenes. Para muches de les jóvenes lgbt+, cuyos derechos se ven vulnerados con la instalación de discursos fascistas y políticas neoliberales, el activismo pre 2000 es desconocido. Por eso, nosotres proponemos orgullo, visibilidad y memoria. Nuestras acciones retoman los activismos queer históricos para contraponerse a los activismos institucionales. El desafío es imaginar una comunidad que no sacrifique a nadie, fuera del hematohomocentrismo (Derridá, 2008). Para afrontar los desafíos de un modelo opresor, la política desde la memoria nos invita a desarrollar un activismo espectral: una construcción política constante, que no se limite a una acción o ámbito concreto, sino que piense la militancia como un ethos. Todo es acción política y vector de cambio. Buscamos oponernos a las lógicas y estrategias institucionales o legislativas, pero también a las miradas de pura territorialidad. Nos proponemos correr los márgenes, ampliar los espacios de acción y articular formas de resistencia basadas en la empatía, respetuoses de la alteridad. La acción colectiva se convierte en una red de actores clave que ofrecen nuevas formas de construir ciudadanía.