Si bien generalmente se acuerda que todo alumno debe leer para aprender una asignatura, más raro es coincidir en que los profesores de cualquier materia han de orientar esta lectura. En el campo de la enseñanza de la Biología, son aun menos frecuentes las precisiones sobre cómo puede organizarse la enseñanza para que los estudiantes recurran a la lectura. En esta ponencia analizamos qué pueden hacer los docentes para que los estudiantes aprendan sobre Síntesis de Proteínas no sólo a partir del discurso del profesor sino confrontando interpretaciones sobre lo leído. Así, en los penúltimos años de dos escuelas secundarias, desarrollamos una secuencia que entrama situaciones de lectura, escritura e interpretación de imágenes. Para analizarla, consideramos cuatro dimensiones de la acción docente (tomadas de la Teoría de las Situaciones Didácticas de Brousseau): definición de la actividad, devolución de la responsabilidad a los alumnos sobre la tarea, regulación de la actividad del alumno e institucionalización de los conocimientos construidos. Como resultado, encontramos que la institucionalización del conocimiento disciplinar del docente anterior a la lectura obtura la oportunidad de que los alumnos experimenten la necesidad de recurrir a los textos. En cambio, cuando esta institucionalización se posterga, y el profesor regula e institucionaliza para qué y cómo utilizar los textos, los estudiantes aprenden a usarlos y ganan autonomía en su interpretación. De esta manera, para leer y aprender ciencia se precisa que la institucionalización del conocimiento disciplinar esté acompañada y precedida por la regulación e institucionalización de las prácticas de lectura.