El estricto control que comenzó en la modernidad occidental y que alcanzó hasta la sexualidad, encontró su expresión en nuestro país con el Proyecto de Construcción de la Nación, cuyas pretensiones de orden, progreso y disciplina se construyeron sobre la base de la familia patriarcal. En esos términos, el desarrollo de la prostitución en la ciudad de Balcarce durante las primeras décadas del siglo XX debe entenderse, por un lado, como ?mal necesario? a consecuencia de un incipiente despegue económico, no tan vinculado al tradicional sector ganadero como a la extracción de piedra de varias zonas serranas estuvo alentada por el Estado Nacional. Ese hecho generó un crecimiento de población desigual, con una marcada superioridad masculina. Por otro lado, la prostitución estaba sujeta a una acérrima condena moral, respaldada por un saber científico-médico que resaltaba el fantasma de las enfermedades venéreas que se suponía que transmitían las prostitutas. Por lo tanto, el médico y el cura fueron los encargados de corregir esos males y desviaciones en el cuerpo, pero también en el alma, aunque la vergüenza seguiría pesando sobre sus identidades.