Walter Benjamin no dudó en advertir sobre la paulatina pérdida de la facultad de narrar de las sociedades modernas. El silencio - enmudecimiento - de quienes volvían del campo de batalla era la evidencia lapidaria que presentaba a sus contemporáneos para constatar dicha pérdida. De hecho, este silencio y consigo el argumento de Benjamin pervivió hasta que veinte años más tarde los nietos de quienes se habían batido en el campo de batalla interrogaron a sus abuelos - “Abuelo ¿donde estabas y qué hiciste durante la guerra?” (de Toro, 2009; Sarnacki, 2017). Otro de sus argumentos apunta al declive de lo oralmente transmisible - “el patrimonio de la épica” que en la modernidad fue reemplazado lentamente por la novela. En este sentido, la advertencia de Benjamin a propósito de la extinción de la narración no sólo resonó en nietos de la posguerra o en los teóricos literarios sino que suscitó reflexiones en lo que concierne a los modos en los que se configura la cultura occidental, al advenimiento de las sociedades de la información y consigo a los modos en los que se comprende la educación (Ballester y Colom, 2015). Esta última desde entonces se ha visto frente a no menores interpelaciones. ¿Qué queda de la educación en sociedades donde se hace incomunicable la experiencia?, ¿Es posible la transmisión de la cultura sin este tipo de facultad? ¿Y de ser así de qué tipo de cultura estamos hablando? son algunas de las muchas incógnitas que la advertencia benjaminiana deja al campo de la educación. No obstante, a la par de estas grandes preguntas que son motivo de discusión y suscitan amplios debates a la hora de pensar la educación actual, la advertencia de Benjamin da lugar a la pregunta sobre las posibilidades de la narración en nuestro tiempo. Y es, precisamente, a esta segunda línea de cuestiones a la que atenderemos en este artículo. Se trata, entonces, de preguntarnos sobre qué posibilidades encuentra lo narrativo al interior de un territorio delimitado de búsqueda, a saber: una escuela secundaria emplazada en un barrio caracterizado por la extrema pobreza urbana y la degradación del ambiente de la Región Metropolitana de Buenos Aires. Aún más específicamente, en las intervenciones de obras artísticas realizadas en un taller por estudiantes de dicha escuela.