Hacia las últimas décadas del siglo XX, Estados Unidos atravesaba un momento de expansión económica, a la par que el neoconservadurismo de derecha avanzaba sobre la política y la cultura. Frente a esto, el campo literario, particularmente la narrativa, se mantiene mediante el impulso de décadas anteriores. Los medios de comunicación, como la televisión, habían logrado apropiarse de los recursos de la vanguardia posmodernista, transformando el juego metaficcional, el énfasis paródico y la revelación irónica, en una serie de clichés que, al atravesar toda la cultura popular, lograban reducir la experiencia del público a una decodificación autómata. En ese contexto, los debates y reflexiones que se dieron en el campo intelectual sobre el estado de la literatura y el arte, permiten acercarse a un estado de situación que logró impulsar la búsqueda genuina de un camino alternativo para la producción literaria y artística. David Foster Wallace es un autor central para comprender este proceso. Su obra ensayística y de ficción, considerada como un conjunto articulado de reflexión y experimentación, marcan el cambio decisivo en la literatura estadounidense y contemporánea en general. Esta bisagra en la narrativa de fines del siglo pasado, no solo produce un corte con las formas de producción posmoderna, sino que instala la búsqueda de un compromiso significativo con una realidad cooptada por los medios masivos y el sistema de consumo. La obra de David Foster Wallace es determinante para comprender la transición de la literatura y el arte de finales del siglo XX a principios del XXI.