La formación docente siempre en cuestión . Entre la despedagogización y la tecnificación : una disputa por el sentido. La pandemia ha dejado en descubierto la brecha digital existente en la oferta educativa según los diferentes circuitos educativos, de centro o márgenes, estatales o privados, a los que les estudiantes accedan. El Estado, lejos de intervenir en la brecha de forma estructural, aplica programas paliativos que reproducen las lógicas de carencia. En tiempos donde la educación es considerada como un derecho social y humano pero a la vez en un contexto de creciente deshumanización y robotización de las relaciones sociales, es urgente pensar a la formación docente, inicial y permanente, desde lógicas prácticas que formen para hacer frente a la pauperización material que da base a la brecha digital, sin abandonar el campo de la formación en las disciplinas que aportan al sujeto la posibilidad de transformación social. Las lógicas del capital, cada vez más salvajes, buscan maximizar la ganancia de unos pocos a costa del esfuerzo de la gran mayoría. Durante la pandemia les docentes, ante las incertidumbres de la práctica y la falta material de recursos pedagógicos, inventaron algo allí donde no existía: una escuela en pandemia. Sostenida por los trabajadores docentes sin más recursos en muchas ocasiones más que su presencia, digital, a la distancia, en formato de mensaje de voz, de texto, de videollamada, pero presencia humanizante que asegure el derecho a la continuidad de las trayectorias educativas pero también de salvaguardar ese espacio vital para las infancias: la escuela. ¿ Qué aprendimos sobre “ser docentes” en la pandemia ? ¿ Es necesaria mayor formación en saberes digitales ? ¿ En qué tiempo ? ¿ Para qué mundo ? ¿ Como medio ? ¿ Como fin ? ¿ Qué espacio quitan estos saberes a los del campo de la fundamentación, aquellos que sostienen la práctica pedagógica más allá de cualquier soporte de mediación ? Entre otras muchas preguntas para las que aún no encontramos respuestas- En tiempos donde se debate cómo debe ser la escuela y se llevan adelante programas como “Escuelas del Futuro”, que parecieran plantear no necesitar de mediación docente para que suceda el aprendizaje, y donde los programas enlatados y recursos digitales pueden ser intercambiables entre aulas y escuelas, sostenemos la idea de una formación para la enseñanza situada que pueda escapar a las lógicas deterministas del capital. El recrudecimiento postpandémico del neoconservadurismo, con su combinación de liberalismo económico y autoritarismo social requiere distintos dispositivos de formación inicial y permanente para que les docentes puedan hacer frente a la creciente demanda tecnócrática de su función social como si fuera esta la única importante: transferir conocimientos y no transformar realidades al abrir horizontes a nuevos mundos posibles. La disputa por el sentido de la formación docente se hace cada vez más necesaria : es una disputa en el campo de la cultura pero también de la redistribución de la riqueza en la lucha por una sociedad cada vez más justa.