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Escuelas Especiales, ¿Sí o no?
Judith Farías - Licenciada en Educación Especial. Estudiante de la Maestría en Educación.
Judith Farías - Estudiante de la Maestría en Educación (UNQ).
Segundo Congreso Internacional de Ciencias Humanas “Actualidad de lo clásico y saberes en disputa de cara a la sociedad digital". Escuela de Humanidades, Universidad Nacional de San Martín, San Martín, 2022.
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Resumen
“Los niños, niñas, adolescentes y jóvenes con discapacidad que por sus necesidades, no puedan llevar a cabo su trayectoria educativa en escuelas del Nivel –en el marco de la toma de decisiones transdisciplinarias y en acuerdo con las familias y el estudiante- continuarán su recorrido en escuelas de la modalidad ya sea en escuelas o centros de Educación Especial” (Resolución 1664/17, p.15) Invito a reflexionar a partir de la cita anterior, intentando revalorizar el rol y la función de las escuelas especiales como garantes del derecho a la educación de las personas con discapacidad. En la cita anterior, que forma parte de una Resolución del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, pareciera que las escuelas especiales son la segunda opción en la educación de las personas con discapacidad. Expresa que quienes por sus necesidades no puedan llevar a cabo la trayectoria en escuelas del nivel, continuarán su recorrido en escuelas especiales. Sigue siendo un fragmento contradictorio. A lo largo de la Ley de Educación Nacional se plantea el ejercicio del derecho a la educación en igualdad de oportunidades para todas las personas: es un derecho universal. Como se deja ver en el fragmento, se generan políticas para sostener trayectorias en los distintos niveles, sin embargo frente al fracaso de las trayectorias en los niveles es que se piensa la asistencia a escuela especial. Cuando esto sucede, se observan innumerables mejorías en las trayectorias educativas de los alumnos/as. La escuela especial les brinda un lugar de pertenencia, un grupo de pares, estrategias individualizadas acordes a las necesidades de cada uno, tiempos flexibles y sobre todo, no estigmatiza a nadie. Todos son diferentes e iguales en sus derechos. Por eso es que propongo revalorizar el lugar de la escuela especial como institución pensada y creada para personas con discapacidad, que puede y debe brindarle las herramientas necesarias para su desenvolvimiento en la sociedad, incluyendo la formación laboral necesaria para su futura inserción laboral. Muchas veces, en el afán de sostener la escolaridad en los niveles, nuestros alumnos/as con discapacidad sufren humillaciones, estigmatizaciones y se muestran frustrados e incluso violentos, no se sienten comprendidos. Históricamente las escuelas especiales han sido destino de los alumnos segregados en otras instituciones. Debemos desmitificar esto y darle lugar en la sociedad como a cualquier escuela. Ahí es cuando se la va a valorar como otra opción en igualdad de condiciones con el nivel y no como la última opción cuando la asistencia y permanencia en el nivel fracasa. Considero que si desde las políticas educativas se dejara de presentar a la escuela especial como la segunda opción, quizás podría socialmente concebirse como una escuela más, como de cualquier modalidad, sin estigma, sin prejuicios y aceptando que, quizás es lo más conveniente desde el principio.
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