Renovar la gestión universitaria para posibilitar la innovación. La impronta conservacionista de la universidad, convive con el encanto de lo nuevo y en esta dualidad de fuerzas contrapuestas, se juega la vigencia del Nivel Superior a través del tiempo. Para gestar la innovación se requiere cierto nivel de rebeldía y desadaptación frente a lo existente, buscando un dinamismo que conduzca hacia una utopía movilizante. La innovación está asociada a hacer desde dentro lo nuevo como fruto de procesos internos, que permiten crear, discutir, analizar y proponer posibilidades superadoras, desde un grupo social que sostiene el deseo, el interés y el esfuerzo que implica toda innovación. Para la universidad es fundamental tener la mirada puesta en lo que está por venir, por ello los hacedores de lo nuevo tienen que ser convocados por una gestión que ejerza un liderazgo democrático, que congregue a diferentes actores académicos que puedan gestar en equipo un proyecto innovador. Resulta urgente encontrar estrategias institucionales que atraigan a diferentes actores, a sumarse a al colectivo académico de la innovación, cuya tarea será la de peregrinar desde el territorio de lo conocido, hacia el hallazgo de lo aún no encontrado. Este andar implicará un desarraigo de lo propio, lo familiar, lo recorrido, para aventurarse hacia la incertidumbre de lo nuevo y, para ello, será imprescindible compartir miedos, riesgos, esfuerzos, preguntas, datos, interpretaciones, guiados por un genuino interés de búsqueda de la mejora, que es el núcleo esencial de toda innovación. Las estrategias de gestión deben impulsar el sostenimiento de actividades que posibiliten la alegría como fuerza potenciadora de la creación, proponiendo cierta distancia de las estructuras académicas, para poder arriesgarse a la aventura de la búsqueda de lo nuevo que requiere un cierto nivel de indiscreción, de fuerza y, sobre todo de valentía, para romper con las armaduras de lo ya conocido. Las innovaciones son fruto de cierto nivel de imprudencia y temeridad que abren puertas hacia el hallazgo de lo inesperado y lo sorprendente que necesitará de profesionales que echen raíces en lo creado y que creean en lo producido, adquierendo un renovado poder que los reposicione en la vida universitaria por la repercusión académica de lo producido El renovado estilo de gestión que se propone, debería liderar las agrupaciones dedicadas a la innovación, poniendo la mirada en el clima cultural imperante, para que la propuesta innovadora que surja desde la universidad, resulte una respuesta valiosa para atender las necesidades concretas de la sociedad. Los equipos de gestión responsable, democrática y académica deben implicarse en la tarea innovadora, participando de la actividad creativa, para desde dentro, alimentar y sostener la fuerza vital presente en los individuos que tiene que multiplicarse dentro de los grupos para poder pensar, planificar y concretar la innovación. Esa energía de vida, es fundamental a la hora de iniciar y sostener el nomadismo intelectual de los innovadores, que abandonan el territorio de lo ya sabido, para echarse a andar hacia horizontes utópicos que siempre están varios kilómetros más allá.