La presente investigación analiza las trayectorias educativas de jóvenes que asisten al “Programa de Inclusión y Terminalidad de la Educación secundaria para jóvenes de entre 14 y 17 años” (PIT), desde los soportes materiales, afectivos y simbólicos que participan en la terminalidad educativa. Además intenta reconstruir sentidos y significados que adquiere la experiencia educativa en este programa, y describir el modo en el que dimensiones como la desigualdad social y el género se vinculan con los trayectos escolares. El trabajo de campo fue realizado en el año 2018, en una escuela pública de la zona centro de Córdoba capital, a la cual asisten jóvenes de barrios periféricos, en situación de desigualdad social. Las técnicas de registro de información incluyeron recorridas de observación del territorio y espacios comunes de los jóvenes en la institución, entrevistas a informantes claves y la construcción de relatos de vida con jóvenes que asistían al programa. La muestra está compuesta por cinco jóvenes de entre 19 y 22 años de edad (cuatro mujeres y un hombre) que se encontraban en el tramo final de su trayecto escolar. Entre otras cosas, esta investigación da cuenta que el PIT opera como restituidor de derechos sociales y como un lugar de pertenencia clave para las sociabilidades juveniles, no solo por la estructura curricular que propone sino principalmente por los actores sociales que encarnan dicho proyecto. Así mismo, que para los jóvenes en situación de desigualdad social la escuela continúa siendo un espacio de reconocimiento e inserción social, que permite mejorar las condiciones de existencia. Es decir que la institución educativa conserva cierto valor simbólico que interpela a las juventudes y motoriza sus esfuerzos para completar el trayecto escolar obligatorio. Por otro lado, se destaca que la posición económica familiar, marcada por la precarización laboral y el desempleo, ha llevado a que algunos jóvenes deban insertarse a edades tempranas en el mercado laboral como así también asumir el cuidado de sus hermanos y hermanas y las tareas del hogar. Hecho que en algunos casos implicó interrumpir el trayecto escolar. Es necesario resaltar que en las biografías de las jóvenes mujeres, la desigualdad de género, producto del orden patriarcal –heteronormativo, puede operar como un agravante de la situación de desigualdad social. Son ellas las que principalmente asumen las tareas del hogar y el cuidado de niños, incluso en la infancia. Esto limita la posibilidad de utilizar el tiempo en función de sus propias necesidades y deseos, impidiendo que las mismas participen del espacio público y restringiendo el ejercicio de la ciudadanía. En este contexto, las características del PIT, junto a los vínculos familiares y de amistad, caracterizados por el reconocimiento, la confianza y el apoyo recíproco, han sido identificadas como soportes fundamentales de los trayectos escolares, ya que han favorecido la re vinculación con el sistema educativo y la permanencia en la escuela.