El problema de la clasificación de sistemas sociales a partir de la estructura de las relaciones entre los individuos que los componen ha persistido en las ciencias sociales desde sus inicios. A su interior se encuentra la pregunta sobre cómo la ubicuidad de estructuras jerárquicas en la vida social humana se relaciona con la posibilidad de una "horizontalidad" en las mismas. Cuando jerarquía e igualitarismo son puestos en una dicotomía, la vida social parece, por lo general, favorecer las asimetrías. Por otro lado, desarrollos en antropología cognitiva y teoría de sistemas complejos muestran que hay un vínculo estrecho no sólo entre jerarquización y organización en torno a fines específicos, sino también con la configuración de estructuras complejas descentralizadas a través de procesos adaptativos. En el presente texto se propone que en el corazón de este problema se encuentra la conceptualización de la "horizontalidad" como contraria a la jerarquización, y que una avenida más productiva es no sólo reconocer la ubicuidad de las jerarquías en la organización de la vida social, sino también estudiar la variabilidad al interior de las jerarquías sociales y entre las mismas. Partiendo de la hipótesis de que hay jerarquías con configuraciones más "horizontales" que otras, se presentan los resultados de un análisis reticular basado en un trabajo etnográfico realizado con un grupo escautista de la ciudad de Buenos Aires. Se busca ilustrar la distribución de la toma de decisiones en el sistema que pone en manifiesto la idea de que las jerarquías son menos pirámides centradas y más terrenos configurables de relaciones con la capacidad de adaptarse y mutar sin depender siempre de un órgano central.