Mucho se ha discutido acerca de las impresiones, miedos y temores que pueden ocurrir en el momento en que acecha el fin de la vida y el paso a una instancia poco deseada por (casi) toda la humanidad: la muerte. Todos los diferentes períodos históricos se han referido al fin de la existencia individual de diferentes formas, y gracias a ello se acumuló un amplio cuerpo de conocimientos y consejos (ya provengan de la alta cultura teologal, de las reflexiones de los eruditos, de las clases populares) que contribuyeron a una suerte de "tanatología" universal. La institución cristiana se ha vinculado desde tiempos inmemoriales con este problema, compartiendo con sus fieles sendos mensajes para poder sobrellevar la instancia del fallecimiento y la pérdida de un ser querido. Lo cierto fue que durante la Temprana Modernidad europea la muerte seguía siendo una preocupación importante, tanto para el obispo como para un artesano. Y uno de los eruditos que le dedicó parte de su reflexión intelectual dentro de su frondosa obra fue el Príncipe sin corona del Renacimiento: Erasmo de Rotterdam (ca. 1466-1536). Por lo tanto, el objetivo de la presente ponencia es presentar las reflexiones del sabio de Rotterdam en su obra "Preparación para la Muerte" (1534), y de qué manera se apropia de los conocimientos del saber clásico en el contexto de producción del pequeño tratado. Basándonos en el concepto de "apropiación" en los términos considerados por Roger Chartier, nuestra hipótesis radica en que podría encontrarse una constante tensión entre las máximas provenientes del mundo grecorromano, las que emanan de las Sagradas Escrituras, y las ideas en boga en los debates de la propia época de Erasmo.