Asumir la cátedra de Didáctica de la Matemática en el Profesorado de Educación Especial (Discapacidad Intelectual) en el INSP N°113 interpeló mi práctica docente. En el paradigma de la educación inclusiva, como un derecho de todas las personas, educar, en el reconocimiento de las particularidades y de las necesidades de cada uno y de todos los alumnos, implica preparar, al estudiante del profesorado, para hacer matemática desde prácticas pedagógicas inclusivas capaz de acompañar a un alumno con discapacidad intelectual proponiendo estrategias de enseñanza para enriquecer el aprendizaje e incluirlos socialmente. Pensar situaciones didácticas atravesadas por el nuevo paradigma, con configuraciones de apoyos que potencien la integración de las personas con discapacidad intelectual me cuestionó sobre: ¿Qué cualidades deben tener los recursos que se usan en la enseñanza de la matemática, a alumnos de con necesidades educativas especiales con discapacidad intelectual? Y, si entre esos recursos se considera el uso de la calculadora en el contexto del dinero. El proceso de investigación se abordó desde el modelo de la ingeniería didáctica, como metodología de investigación y producciones de situaciones de enseñanza y aprendizaje y, desde la Matemática Emocional, como fundamento teórico para conocer la dimensión afectiva de los alumnos hacia las matemáticas y cómo ésta influyen en el aprendizaje. La investigación se realizó con un grupo de adolescentes con discapacidad intelectual del CFI de la escuela 501 del partido de General San Martin que atiende alumnos con retardo mental y trastornos emocionales severos. Las secuencias didácticas fueron diseñadas teniendo en cuenta los intereses, las vivencias propias de la edad del grupo y las de su trayecto laboral. La propuestas involucraban operaciones con números naturales y expresiones decimales, en el contexto del uso del dinero, y ponían el énfasis en encontrar las estrategias para resolver el problema, dejando de lado la impronta y la obligatoriedad de que la resolución se limite a un cálculo para incluir a la calculadora cómo herramienta que permita priorizar la discusión matemática. Como resultado de esta experimentación, adecuar el currículum para generar un quehacer matemático propio de las actuales estrategias de enseñanza y facilitar los procesos de aprendizaje con el uso de la calculadora, permitió a los alumnos poner sus energías en reflexionar, interpretar y entender un problema liberándolos de la memorización de las tablas y métodos algorítmicos que les generaban rechazo y angustia. Y como docente de una didáctica específica en la formación inicial de educación especial reafirmó la idea de que inclusión e integración deben vincularse para repensarse en las prácticas (Res. CFE Nº 155/11) priorizando, en el desarrollo de la formación docente, instancias de reflexión matemática para mejorar la enseñanza en la atención a los alumnos con discapacidad intelectual, tanto en escuelas especiales como comunes. Todos los actores de la Educación Especial estamos inmersos en una tarea compleja, de gran compromiso y profesionalidad, que nos responsabiliza e interpela a seguir investigando como el único y real camino de la inclusión, de la integración y de la igualdad.