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Sobre lenguas ausentes: el paisaje lingüístico como indicador imperfecto
Yolanda - Hipperdinger.
1º Congreso Internacional de Ciencias Humanas - Humanidades entre pasado y futuro. Escuela de Humanidades, Universidad Nacional de San Martín, Gral. San Martín, 2019.
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Resumen
El notorio interés contemporáneo por el paisaje lingüístico se ha desarrollado principalmente, a partir de la contribución pionera de Landry y Bourhis (1997), sobre la base de la idea de que la escritura expuesta en el espacio público constituye un reflejo de la situación sociolingüística en la que se enmarca. En términos de contacto interlingüístico, ese paisaje se ha conceptualizado como una arena de negociaciones de poder entre hablantes de distintas lenguas que conviven en un mismo territorio, considerándose un reflejo de su incidencia respectiva, en el espacio público, la presencia relativa de las lenguas coexistentes. La investigación del paisaje lingüístico urbano agregó a estas consideraciones, con frecuencia creciente, la observación de que lenguas que no se emplean como vehículo de comunicación ordinaria pueden, no obstante, ser corrientemente empleadas en denominaciones comerciales o consignas publicitarias, por invocación de sus asociaciones simbólicas. En tales casos, el paisaje lingüístico reviste igualmente un carácter indicial: revela las valoraciones que, de esas lenguas, son socialmente sostenidas. La situación difiere cuando lenguas efectivamente habladas no forman parte de la escritura públicamente expuesta: por decisiones político-lingüísticas explícitas o implícitas, tanto oficiales como intracomunitarias, lenguas que se hablan pueden no exhibirse en el paisaje lingüístico y constituir, como contracara, lo que Castillo Lluch y Sáez Rivera (2011, p. 83) llaman paisaje "silencioso", o "silenciado". En este caso, el paisaje puede verse también como un reflejo de constelaciones ideológico-lingüísticas subyacentes, pero no por datos constatables sino, contrariamente, por su ausencia. Como es obvio, en todos los casos se requieren datos de otras fuentes para ponderar los provistos por el paisaje lingüístico, pero es exclusivamente a través de datos distintos de los del paisaje mismo que puede saberse qué otras lenguas pudieron formar parte de él. En relación con ello, si el paisaje lingüístico puede ser indicador de qué lenguas se hablan o reconocen en una circunscripción territorial dada, así como de cuánto se valoran, no puede por sí mismo indicar qué lenguas han sido "silenciadas". Por consiguiente, y aun reconociendo el valor indicial que puede atribuírsele respecto de las lenguas presentes, consideramos que el paisaje lingüístico es un indicador imperfecto, justamente por su "silencio" respecto de las lenguas ausentes. En esta comunicación tomamos como objeto de estudio el paisaje lingüístico de la ciudad sudbonaerense de Bahía Blanca para mostrar la ausencia, en la escritura públicamente expuesta, de lenguas efectivamente habladas. Trabajamos, para ello, en perspectiva diacrónica: sobre la base de colecciones de archivo de fotografías del espacio público de la ciudad en diversas etapas de su historia, precisamos, para los diferentes cortes temporales que los datos recogidos han posibilitado trazar, qué lenguas han sido expuestas en ese espacio y cuáles otras, que la información demográfico-lingüística y las investigaciones académicas disponibles demuestran habladas, han sido en cambio "silenciadas" en el paisaje lingüístico.
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