Lo que vengo a relatar y revisar, en esta presentación, es mi propia experiencia en la dirección de tesis de posgrado en el cruce de la sociología, psicología y educación. ¿Qué saberes de la experiencia he construido a partir de la dirección de tesis de maestría y doctorado, sabiendo que me quedan otros por construir? Toda una travesía por momentos y acontecimientos múltiples. Enseñar, no saber, parar, pensar, leer, intuir, tantear, dudar, cuestionar, consultar, conversar, imaginar, observar, sugerir, sorprender(me) han sido gestos y acciones que han atravesado este pasaje. Pero ante todo, me ha atravesado el compromiso de caminar con otro en el posgrado, recorrer su pasaje de formación en investigación… Situarme en lo relacional, en un encuentro intersubjetivo, en un espacio y tiempo que nos enlaza en donde el otro es quien construye saberes, conocimientos (sin dejar de lado que uno como director también construye saberes en esa relación, nuestra singularidad está allí). Pero el proceso que nos contacta es del otro. Y digo esto porque la huella, no sé si primera, pero sí la afectación de dirigir tesis de posgrado desplegó en mí dos movimientos: acompañar a otro mientras desarrolla su idea, su proyecto de investigación, su tesis; saber que no soy yo quien investiga, que es un “no yo”. Movimientos que se articulan y a la vez, requieren pensarse desatados para luego volverlos a atar. Ellos irrumpen en mi historia académica y de formación. Una conversación en el comité académico de una maestría, cuyo disparador fue la posición irrestricta de otro docente. Sólo admitía dirigir proyectos de tesis enmarcados en su línea de investigación. Algo común en nuestro medio académico. Una instancia de mi propia formación con una docente extranjera cuya posición en la dirección de tesis era vivir un desafío: dirigir temáticas desconocidas. Provocar saberes con el otro, en un entre dos que no conocen. En una conversación interna, estas dos posiciones fueron componiendo la propia. Acompañar al otro involucró sentirme tocada, alterada por la idea del tesista. Afectada e implicada por y en su pregunta... Significó actuar, construir espacios de habla, conversación y reflexión. Ponerme a “pensar con”, poner en común saberes, pensamientos y sentimientos. Comprendió trazar desafíos, interpelar, ir y venir entre lo que el otro trae y uno sugiere. Implicó escuchar miedos, soledades e incertidumbres de ese otro en el desarrollo de su proyecto. Saber que no soy yo quien investiga, encarnó reconocer la autonomía del otro, las rupturas que necesariamente produce con mi perspectiva como directora. Ver que estamos en distintas posiciones, que lo relevante es el proceso de ese otro, no el propio. Dio lugar a un trabajo sobre mí misma, al reto en que lo extraño, inesperado y desconocido me situaba, interrogando mis gestos y acciones. Saberes todos ellos de la experiencia de dirigir tesis que trascienden el trabajo de formación en conceptos, métodos y técnicas, aunque los componen. Experiencia educativa que me sitúa en el trabajo de y con la alteridad.