En este trabajo compartimos algunas preguntas, reflexiones y criterios que cruzan nuestras prácticas docentes en una universidad pública del interior de Santa Fe, en una Licenciatura en Educación. La carrera corresponde a un ciclo de complementación curricular recientemente creado en una región provincial que no contaba con la inserción de la universidad pública, pero sí con una fuerte tradición en la formación de maestros y profesores (en escuelas normales y, luego, en el nivel superior no universitario). En el desarrollo de la ponencia, consideramos, por un lado, que la composición particular de la matrícula estudiantil, conformada por docentes en ejercicio (que portan una pluralidad de edades, formaciones disciplinares, localidades de proveniencia, niveles y modalidades de desempeño profesional, trayectorias dentro y fuera del sistema educativo formal) constituye un aspecto nodal para pensar sobre los posicionamientos políticos y didácticos que están configurando nuestras propuestas de cátedra universitaria. Por otro lado, que es necesario recuperar una pregunta por los modos en que hoy se combinan líneas de fuerza asentadas en las tradiciones formativas de la región con otros vectores presentes en regímenes socio-políticos impulsores de la libre iniciativa profesional del docente. Por último, advertimos las implicancias que tiene para nuestro trabajo un fenómeno reciente: la identificación del profesor con el aula o su cátedra muestra virajes hacia otras configuraciones (tutores, preceptores, secretarios, facilitadores de la convivencia, asesores, jóvenes directivos, gestores o coordinadores en ámbitos no formales), como formas efectivas, no necesariamente previstas por la formación inicial, de desempeño laboral. Planteado como contexto de producción de nuestras prácticas de enseñanza, este complejo escenario que describimos nos conduce a tratar la pregunta por el sentido que puede cobrar la formación universitaria “complementaria” en el campo de la Educación. Nos reenvía a analizar las prácticas y sentidos en los que estamos delimitando objetos de enseñanza e investigación en las cátedras que tenemos a cargo, cuando los destinatarios son docentes en ejercicio. El abordaje que ensayamos retoma aspectos de una genealogía de las prácticas y resignifica la pregunta por nuestra propia actualidad y por el lugar de la universidad allí. Enmarcada en una tradición filosófica peculiar, la pregunta por el presente no busca explicar un estado de cosas existente, sino pensar acerca de los modos en que estamos involucrados en nuestro tiempo y los efectos que esta pertenencia conlleva en las posibilidades de pensarlo y de vivirlo (Foucault, 1996). En esta dirección trazada, nuestro trabajo plantea interpelaciones y arribos provisorios acerca de la enseñanza universitaria, entendiéndola primordialmente como una exigencia permanente de problematización y construcción de articulaciones entre una pluralidad de saberes, prácticas, instituciones y sujetos del campo educativo local y global; como un espacio de diálogo entre experiencias y trayectorias donde se vuelve central la construcción de herramientas teórico-metodológicas que nos permitan situarnos, junto a los cursantes, como contemporáneos (Agamben, 2009) del presente. Una oferta formativa universitaria en Educación, en tiempos de globalización excluyente, requiere ofrecer itinerarios que excedan las demandas puntuales del mercado atentas al reciclaje, al liderazgo o a la mera actualización docente.