En las últimas décadas, asistimos a una masificación de discursos y prácticas históricamente minorizados, entre los cuales se encuentran los de los feminismos transversales y las comunidades políticas disidentes del amplio espectro LGTBIQ. Esta masificación y circulación ha resultado ineludible en distintos órdenes más y menos institucionalizados, y habilita la ponderación de experiencias subjetivas invisibilizadas, a la vez que la puesta en crisis de supuestos androcéntricos en torno de un amplio espectro de imaginarios sociales. Particularmente, me interesa la puesta en crisis de aquellos imaginarios vinculados al futuro, las comunidades y las construcciones identitarias. A su vez, ciertas formas literarias, como la ciencia ficción (en adelante, CF), se inscriben de un modo particular en un momento específico del desarrollo de la teoría feminista y en un contexto de movilización también específico. Una primera pregunta es, entonces, por qué esta forma literaria se vuelve necesaria a la vez que convive con otras formas de la argumentación feminista y queer. Por un lado, considero que la especificidad del género, esto es, la posibilidad que en la CF opera de problematizar la constitución de la subjetividad, permite considerar ciertos rasgos específicos, reiterados o hallables en algunas obras de CF, en tanto particularmente relevantes. Por el otro, esta especificidad radica en su capacidad de instaurar criterios de inteligibilidad allí donde se configuran los puntos ciegos de las literaturas mayores. La universalización, el ingreso en la Literatura, la tensión entre los puntos de vista: ese es el desafío que enfrentan estos textos que intervienen creando condiciones de inteligibilidad. En palabras de Wittig: “son textos que logran cambiar el criterio de categorización, afectando la realidad sociológica de su grupo, al menos afirmando su existencia” (Wittig: 2017). Wittig propone la literatura como un campo de batalla privilegiado donde se producen los intentos de constitución del sujeto. En este sentido, Butler (1999) plantea que la matriz de inteligibilidad sexo-genérica, social y culturalmente construida establece los límites de aquellas identidades que pueden ser interpretadas por, y por lo tanto ser parte del, campo social: de esta manera, la potencia de la CF feminista es efectiva en tanto y en cuanto las obras puedan poner en cuestión la matriz de inteligibilidad de cuerpos, géneros y subjetividades. En este marco, considero que ciertos aportes teóricos, como los de Wittig (2017), Butler (1999; 2017), Donna Haraway (1995, 2016, 2019), establecen diálogos relevantes con textos literarios de las décadas de 1970 y 1980, en la que la CF feminista participó de un momento particularmente productivo a nivel internacional. En Argentina, los cuentos de Angélica Gorodischer se inscriben en estas narrativas. En este sentido, analizaré “Los embriones del violeta” (1973). Considero que en el cuento se propone una disrupción del orden moral del sistema sexo/género, que implica la tematización de dicho sistema, mediante la introducción del problema de la subjetividad en la experiencia social de los personajes y que, por lo tanto, entra en serie con la constelación textual que propongo para iniciar una indagación conceptual en estos problemas.