La relación entre cultura escolar y cultura mediática está signada por cruces dinámicos e influencias recíprocas. Los docentes, en tanto actores pertenecientes a la institución escolar, son ante todo seres sociales cuya formación no se reduce a los aprendizajes académicos. Empero, la operación moderna que identifica educación con institución escolar resta valor a los saberes e instancias de aprendizaje producidos por fuera de la palabra legitimada sobre lo debe ser el buen gusto y la seriedad académicos. De este modo se construyen configuraciones identitarias docentes que ocultan, desdeñan o ignoran las prácticas formativas ajenas a las operaciones de legitimación de tales discursos. La subvaloración de ciertos consumos culturales en detrimento de otros se inscribe en una larga tradición que define a ciertos productos como "menores" o "basura" y a los sujetos que los eligen como una serie homogénea y pasiva, carente de gustos e incapaz de establecer criterios de calidad. Desde la matriz moderna de la educación, los objetos no inscriptos en una lógica lineal y en formato libro no califican como instancias formativas. Si lo hacen requieren de mayores jusificaciones. Y dentro de la lógica lineal debe añadirse la maquinaria discursiva del canon, que valida al tiempo que excluye ciertos textos. El "buen gusto" es parte de operaciones discursivas complejas que operan como maquinarias invisibles productoras de ausencias e inferioridades. Los recorridos autorizados del deseo y el placer no pertenecen sólo al campo de la sexualidad. En la configuración de los perfiles intelectuales y las identidades docentes existen zonas del consumo legitimadas y otras relegadas al plano de la carencia, el error, la vergüenza y/o la invisibilidad. Sobre estos pliegues de las narraciones autobiográficas del devenir docente se instala la presente investigación. Es preciso analizar a través de entrevistas de corte etnográfico a docentes de escuelas secundarias diversos problemas que constituyen focos neurálgicos de tensión: - ¿Qué sentidos les otorgan en su experiencia vital, en su accionar pedagógico y en su construcción identitaria a los consumos interpeladores, formativos y considerados "no académicos"? ¿Cuáles son? - ¿Mediante qué recorridos y lazos sociales llegaron a ellos? - ¿Qué aprendieron de los mismos? - ¿En qué ámbitos y/o situaciones resultan "vergonzantes"? Desde el campo de Comunicación/Educación asumimos las prácticas educativas como constituyentes de los sujetos sociales. Se encuentran presentes en cada pliegue de la realidad y, por tanto, desbordan el marco de la institución escolar. Consideramos que las operaciones académicas de subvaloración y ocultamiento de ciertos consumos culturales estrecha posibilidades de reconocimiento (propio y ajeno) e interpelación de los educandos, a la vez que refuerza un sistema de prácticas y representaciones sociales sustentadas en jerarquías de exclusión naturalizantes. En definitiva, bloquea las posibilidades de comprension integral de los procesos sociales y, por tanto, la capacidad de intervención y transformación de la realidad. Investigar las experiencias formativas que los docentes consideran objeto de vergüenza, pero que resultan relevantes y formativas en su formacion identitaria forma parte del ensanchamiento de sentidos por el que pugna el campo de Comunicación/Educación.